24.11.18

El padre de arena

Sin puertas existo, abierto. Ellas duermen.
Cártago.

Un gemido gentil, otro sin aire.
Estos fósiles deben ser de dios.

Alargo mi sombra sobre ambas.
Hermosos, durmientes rostros.
¿De qué puedo proteger si no es de todo?
Las colinas dobladas, el dedo de una serpiente:
El dolor valiente de mi segunda alma,
sus pezones rotos:
El asombro doliente de mi inocencia,
sus pequeñas manos blancas:
El viento les cruza la frente,
mi alma les cruza los ojos:
No hay sombras, no hay zapatos,
no quedan monedas, no hay tristeza:
Hay sus brazos,
damas del tiempo y el espacio:
El mundo debió crearse
al encontrarse sus miradas:
El amor se cría durante el alba.

¿Duermen, amores míos? ¿O simplemente sueñan
con que yo estoy despierto?