24.2.14

Lo incierto

El principio como el final:
Roca asustada que vuelve a su nombre,
silencio que sale del río a callar árboles,
ruta de lo efímero, que acaba terminando,
perros de fuego en la germanía de tu mente,
mordiendo las venas:
El primer beso como el último,
magia de ancestros bifrontes, fragua del hombre,
aceros rodando el los huesos, luna despierta,
las vísceras del amor en las manos,
el ojo despegando hacia la sangre, a lo inevitable,
la lágrima y el suspiro del último desierto,
mis consecuencias sin acciones, lobo tuerto,
hay aullidos aún en la estepa
de tristeza ya roja, blancura por miedo:
Suave despegar de las salivas, inquietud,
es el último beso pero quema como el primero,
y ella y yo nos miramos,
sin saber si estamos antes o después,
si alguna vez fuimos reales,

escondidos del mundo sobre jardines en la lengua muerta.   

21.2.14

Después de

Después de la tormenta la gente comienza el festejo:
Revientan las bocas de las botellas y las putas,
derraman por igual cerveza y saliva, también sangre:
Los céfiros de carne se yuxtaponen, se erizan,
las risas duelen como grietas en el agua,
los borrachos invitan a dios a una orgía,
osos y perros y gatos bailan valses desafinados,
las mujeres son maridos, los maridos, mujeres,
un sacerdote afirma que el mundo acaba de nacer,
los truenos danzan en los ojos, 
lágrima del limbo, grito amarillo, la gente es feliz:
Después del festejo la gente suspira y se saluda:
Despedidos del otro, vuelven a donde eran,
con restos de fantasía y vino en la boca,
vuelven a los escombros, miserables,
 a comenzar la realidad:

 Así, así como el poeta vuelve a la página en blanco.

16.2.14

El pelo

Hierba infinita, áurea caída de sol,
meto mi rostro en tu pelo,
y hay en él una risa
y un definitivo olor a suicidio.

Acaso

Acaso no merezca los ojos de la belleza:
acaso no sirva de vacío para el fin:
acaso no sufra la piedra del olvido:
acaso no claree en la gruta de la mente:
acaso no festeje el triunfo de la vida:
acaso no divague en árboles griegos:
acaso no fume la ceniza del humor:
acaso no vibre en la fiebre del saber:
acaso no funde los principios del fin:
acaso no abarque los charcos de amor:
acaso no ame los besos de la ausencia:
acaso no ausente la sonrisa en el piano:
acaso no aumente los dedos del sexo:
acaso no firme el acuerdo del bueno:
acaso no vuele las aguas de nadie:
acaso no clave la verdad en la puerta:
acaso no sea yo mismo en el otro lado:
acaso no escriba la esencia de la palabra:
acaso no dude de la muerte que se inclina sobre esta hoja:
Escribo espejo y sonrío,
por si acaso.

Los huesos

Estoy hirviendo en una olla de rabia,
Ulises caníbal, perdido norte de Troya, fábula carnuda:
Gimiendo al paso de los que tienen alma,
alfombra asmática que vuela pero no viaja,
soy destino y final y comienzo,
indescriptible e inútil, único, dios, animal,
berreo al cielo, muerdo la tierra, la hago sangrar,
y los dédalos del vientre natural
rompen cadenas que los ataba al sentido:
Soy, Elisa de Tiro del dolor,
busco sus tesoros, hablo con él a falso amor,
inciertos los oros ya de tristeza:
Bullo en un recuerdo o un abalorio,
arraso los deseos de mis faunas,
como la liebre y el puma,
los mastico hasta la nada,
y ciego de tanta sangre
formo sus huesos,

escupo palabras.                                                     

15.2.14

El nombre

Cosechas negras hay en los valles, ruidos de ausencia:
Apuntas con el dedo la mañana,
el frío despertar de los sentidos y los gallos,
drenas la escarcha que te rompe los dientes,
subes a la mesa y nombras lo callado:
Prisma, cólera, blasón, humano, amor quizás:
Al llamado del horror acude tu celo,
cercas con etiquetas y letras,
hay nudos en la cadena de la lengua,
y sigue acudiendo la tierra a tu vientre llamando
todo lo que en la tierra se mueve:
Única bajo los alisios te nombro eterna:
Yo sigo esperando que mi nombre resuene
en tus cavidades, tus arterias:
que sea nombrado por el nombre que era y desconozco,
nombre donde empiezo y termino,
palabra o silencio, apenas conocido

por la veracidad de tu forma y su lenguaje vivo.

11.2.14

Siete

Pálida muerte que me aleja,
así se cierra también el cielo:
Hay una tristeza propia,
que ajena se acerca más a la lluvia
y se aleja un poco más de mi boca.
                                           
Pero en mí duerme la tormenta

Sobre la duda

El ardor en los ojos es vida, el ardor,
la lágrima y la sangre como hermanas,
círculo de oro, Midas de la tristeza, quién osaría
tocarme:
El quinquenio de los generales y las reinas,
los sudados cuerpos de cristos redivivos en maratones,
miembros grises de una sola tumba:
como orquídeas fantasmas, ocultamos la palabra,
burla de la ignorancia es la palabra,
somos certeza del engaño, con hadas en la boca,
la belleza caída de un cáliz, gota ilusoria, gota de espejo,
la caída es cierta, no el impacto, no la tierra:
El conocimiento verdea,
mas a la hora de la tormenta,
no abran la puerta, aseguren las ventanas:
pues en la casa el agua y la miseria anegarán todo,
pero será afuera donde las preguntas
partirán los huesos de todas las certezas:

Y la carne es débil sin la duda.  

5.2.14

Simpleza y distancia

Es la hora de la mirada roja, y miro:
Una saliente se rompe contra mi agua,
en un vaso que dejó ella, sin querer, medio vacío:
El vacío es el espacio donde todo es posible:
El agua es un vacío donde yo me ahogo:
No volveré, en reversa, hacia adelante,
al instante albo en que ya muerto:
Volveré una y otra vez a un presente que se escapa:
La muerte lo ha convertido en pasado,
y mi futuro está donde sea que ahora esté ella,
(Hay estaciones en el oro de la orquídea),
Y de repente estoy hecho de todo,
todo lo que ignora el tiempo:
Ella está hecha/de tiempo,
y forma con sutiles movimientos
las horas, los días, los años
que alguien olvidará para no morir/

en la soledad de un poema.  

1.2.14

Cicatriz

Reverdecen los ojos en la tierra,
abierta de filos y perros, laguna de rumores,
Calíope se muere de duda en la lengua,
en estos dedos tristes que te reclaman
al tiempo,
dueño absoluto de tu existencia a través de las estaciones:
Pero rosa estás lejana, secreta,
abrumada por la realidad que grita, cae
como ave de presa, vertical y firme, sobre tu carne:
Ambos reconocemos la distancia,
y la recorremos idos, melancólicos, con los pies
de los que saben perder sin morir:
Más el cuerpo de caliza ya sometido:
Y bella como la ira de la lluvia: 
abre tu puerta, día que me hizo estatua,
y ama por siempre al instante que entra sonriendo:

yo sabré aún que soy cicatriz en tus ojos.