28.4.15

El militante

La historia, esa viuda hipócrita que bebe té
con gordas sacerdotisas de la lengua y no se inmuta,
ha perdonado a Pound por seguir a Benito, a Grass su juventud rota,
ha ejecutado a Lorca por rojo, ha encerrado 15 años a Holan,
mis jóvenes contemporáneos son abandonados a seguir banderas ajenas;
Como gotas cayendo sobre los dientes de un piano podría contarlos
a todos ellos, escritores, militantes, al final resta la historia:
¿Me perdonará a mí, que milito al lado de la muerte?
La dictadora suprema, la que todo lo reina,
y sin embargo, su tarea es dolorosa,
teniendo que quitar a veces un niño de sus padres,
o un abuelo de sus nietos:
La he visto sentada, con la frente arrugada y la espalda erguida:
Cual dios orgulloso no deja caer una sola lágrima,
pero a veces, al apretar su mano, yo, arrodillado a sus pies,
siento el latido del mundo y el vacío del miedo:
Le pregunto si su cordura tambalea, o si está cansada de dictar
la imagen real de los hombres ante ojos de los hombres:
Sonríe amarga y aprieta mi mano:
"Sólo temo lo que sucederá cuando nadie quede sobre la tierra,
y mi mandato sea inútil, y la soledad eterna":
Comprendo mi futilidad y su destino de reina estéril,
y le digo que estaré con ella para siempre:

pero hasta lo eterno tiene algo para dejar caer.

Grieta en el muro

Luego del silencio necesario, húmedo de muerte,
oloroso a muerte, morado de muerte,
rasgo las teclas del piano que Francia dejó entre mis telarañas:
Eco de vida, nieve que cae y se derriba sobre el loto,
amante diagonal y sangrante, tecla negra, bemol, 1, 2, 1, 1;
Campana fuiste en mi lecho, riela, flor de en el intestino del amor:
No existes y sin embargo te compones
de los miles de cuerpos que poetas arrojan día a día:
Esos cadáveres están hinchados y una extraña flora sale de sus hinchados rostros:
Poemas muertos, poetas asesinos, que dejan el crimen
en evidencia, día a día, bemol a bemol, feria a feria, lectura a lectura;
Alejandro, conquista, ven, mira el fracaso en un segundo de lengua:
Tu biblioteca ha muerto y sin embargo de su recuerdo
abril se hace día a día más negro, como un zafiro triste;
Sobrevive la impotencia, y de ella nacen más poemas:
mas ya llevaban la muerte en el vientre de la madre:
Filas de hormigas que veo pasar bajo mi sombra vertical y suicida,
campana ven y yace conmigo al alba,
tañe, oh flor de caballo, tu sentencia de mediodía:
Mi pecho se cierra como una ostra, comprime todos los vientos,
la mucosa del tiempo y espacio, me ahoga con alegría,
quiere mi palabra y la muerte,
quiere mi espada y mi malla;
mi muerte quiere este poema para escribirse
y matar a quien lo lea.

3.4.15

La chica que se borraba con el viento

La rosa del olvido partida como una manzana,
como un diente viejo y triste:
Ella se columpia en la hamaca, junto al árbol de naranjas,
sin saber que el viento viene, implacable,
para llevarse su sonrisa:
Está siempre vestida de árboles y laberintos,
ayahuasca le corre en los nervios, magma cae cuando llora:
Es la promesa y la traición
de los marineros que se olvidan de la muerte en el mar
y se casan con la sal del tiempo y el juramento del horizonte:
Miasma, aplacada la tormenta, fugitiva del rayo:
Fuego que se revienta en estrellas que se revientan en deseos
que se revientan en neón, clavado donde está la vida artificial:
Insoportable el sudor del día
le cae por la frente, denso como el miedo,
frío como la ausencia:
Ella es la genética del mundo, el instinto de los animales,
es el norte de los muertos y la cruz de los vivos:
Se hamaca sin saber que el viento viene
para comerse su sonrisa:
Como yo cuando la observaba
en tardes de cerezos que se caían de locura,
en tardes de soles escapando de mi sombra:
Y es el viento lo que se escribe,
pero es también lo que viene a borrarlo:
Y es ella el viento:

Quien hubiera estacado mis manos con un clavo de hierro, dios mío,
antes de que se moviera para fusilarse con la poesía:
Solo ella queda, que es el viento.

1.4.15

En la habitación vacía

Estoy en la habitación vacía. No hay nada aquí. Por su única ventana
entra la luz cobriza del atardecer. Mi sombra se estira sobre el suelo
y trepa la pared. Estoy solo en esta habitación. Nadie entra. Nadie sale.
Miro por la ventana: El mundo está vacío también. Nada se mueve. Apenas
unos grandes pastizales que el viento mueve con pereza. Siempre es la misma hora. El sol está clavado en su lugar. Nada se mueve. Mi sombra trepa la pared.
No puedo recordar haber conocido a nadie. Nadie viene a tocar la puerta.
Miro los grandes pastizales, moviéndose con pereza al son del viento.
Estoy sentado en medio de la habitación vacía que está en el medio
del mundo vacío. No hay nada aquí. No hay otra sombra deformando mi sombra, ni la muerte viene a amenazarme. Sólo están mis pensamientos, pero no pueden ser más que sobre esto, y quizá algo sobre la tristeza que inexplicablemente me causa el pasto tan descuidado. Pero nada más. No hay nada aquí. Nada se mueve. Yo tampoco. Sentado en medio de la habitación vacía en el medio del mundo vacío. Susurro. Es el viento. Susurro. Lo más parecido a una caricia. El viento. La caricia de Dios sobre la tierra. Dios. Dios. No hay nada aquí. Nada se mueve. Ni siquiera Dios. A lo lejos la línea del horizonte sobre la llanura se afila como el destino. Dice "Aquí todo termina". Dice "No hay fin porque no hay principio". Dice "Nada puede decirse sin estar equivocado y tener razón absoluta al mismo tiempo". Dice "Alguien una vez te amó, y observaste cómo su figura se desvanecía en mí." Alguien. Alguien. Aquí no hay nada. Nada se mueve. Ni siquiera el recuerdo. Ni el amor. Es el viento el que habla. Yo estoy en ningún lugar. Aquí. Esperando. A nadie. Pero mi sombra trepa por la pared eternamente. Esperando a quien deforme mi sombra. Aquí no hay nada. Nada se mueve. Aquí estoy esperando sin ser mío. Sentado en el medio de la habitación vacía en el medio del mundo vacío.