26.8.15

La vida imprecisa

Inflamado el pecho de flemas y universos muertos
rodé sobre la noche que rielaba sobre mi cama:
Sudor y números de lotería se mezclaban
en el sueño y en la piel del sueño:
Recordaba a Niko, que lejos de Praga alimentaba
palomas con las migajas que quedaban de su existencia:
Su piel estaba casi negra de dolor,
sus recuerdos cegados de blanca ironía:
Ha muerto ya, me dije:
Su vida se escapó en las muscíneas olvidadas y renegadas,
tanto como él dentro y fuera del diccionario:
Un llanto o tres se me fueron hasta los dedos,
me hicieron barro dentro de las uñas:
que arañaban
tempestades en las sábanas fangosas:
siluetas
de mujeres estériles y proféticas,
recuerdos del muerto o el ahogado, cartas como
el bautismo, profetas en tierra sin gravedad:
Números que dictaron en épocas de guerra fueron tan exactos
que la criptografía tuvo que hacerse homosexual
para amarlas desde Lorenz hasta el DES:
Pero han muerto ya, me dije:
Esas vidas no serán más complejas que el musgo
que decora sus tumbas:
Cansado de mi fiebre, que me hacía consciente de mi fragilidad,
me arrojé en la página abierta de un libro donde decía "agua":
Allí recordé la medida de la vida,
y arrugando mis años como papeles inútiles
me recordé:
Recuerdo estacado en la memoria de otros,
joven y viejo poeta hecho de olvido:
He muerto ya, me dije:
En una cama limpia, lejos, muy lejos,
alguien trataba de pronunciar mi nombre,
pero sus labios temblaban.
Temblaban.

Un fuego

El papel se deja consumir
para que el fuego se eleve:

Y luego, cuando no queda nada de ninguno,
en las cenizas,
el recuerdo se deja consumir
para que el olvido se eleve.

Callados todos sobre la urna romana:

Sólo el viento conoce
la última voluntad del fuego.

16.8.15

Permiso

Muchas veces usted, lector, es pretencioso: Desea que salga de las manos del autor algo que lo remueva del mundo. Algo de egoísmo se guarda también aquí. Pero se puede entender este capricho como un espejo del síntoma que sufre el artista al escribir: Ser dejando de ser uno mismo, pero siendo uno mismo en eso otro que se impone al leer.
Mi fobia, mi prisión y mi condena es el miedo a la muerte. No me abandona jamás, no me permite disfrutar de lo que sea que haya para disfrutar, apenas lubrica los sentidos más agudos para la elusión, y de ahí la escritura desesperada que tiñe mi vida. Mi vida como página en blanco donde la muerte escribe.
Lector, sea un poco más permisivo. ¿Sabe lo que es describir la osamenta de un amanecer y toda su belleza, describir el aroma de esa belleza o del rocío, describir la materia de la que están hechos los sentimientos mientras desde el fondo arrojado de mí mismo una voz no deja de gritar o cantar o escribir dentro mío sobre la muerte, acechante, próxima, presente, tan presente que la puedo oír respirando en mi nuca? Si lo sabe, sabrá. Si no, hágase una idea.
Este servidor debe partirse no en dos, sino en miles de yoes para crear un laberinto donde el yo de la muerte se pierda un momento o se demore en su llegada. Debo crearme una ausencia o una partida para que el yo de la muerte no me encuentre. Debo crearme mares y hundirle los barcos. Escribir bajo estas condiciones es una odisea poco agradable, a veces imposible.
Lector, esto es apenas un milímetro del metraje infinito que riela sobre mi existencia. El miedo. El miedo. El miedo. Pero peor que el miedo es su conciencia. La conciencia del miedo es la realización de este miedo como ser independiente, que conoce a su portador a la perfección y es libre de hacer en él lo que quiera. Cuando el miedo alcanza su plena conciencia, su legitimidad como existencia, es cuando uno está condenado a tenerlo de compañero para siempre.
Lector, siga siendo pretencioso, es lo único que lo salvará de la mediocridad. Pero comprenda a los que quizás nos quedemos en el camino. Pues mi miedo ya no es mío, es suyo, tan libre como para ser capaz de escribir esto bajo mi nombre.

El horror de ese vacío no es su vacío, sino su posible contenido. Ahí, donde la muerte toma prisioneros, para que no mueran de muerte humana, sino de la otra, del otro idioma: Esclavos que deberán hundirse en las letras por el resto de sus páginas.

14.8.15

Condiciones

Cansancio de mundo y de vida, lleno de luz dividida por la náusea:
Paseo por los arcos del tiempo sin tiempo en los huesos:
Olfateo el rastro de las orquídeas y los caballos,
monumentos solitarios de la vida que no duele:
Bajo decimales al algoritmo del presente,
roto en micropartículas indecisas,
que no se saben si pasado o futuro:
Rielo sobre las palabras como el cielo sobre las sombras:

Quisiera escribir hasta que la muerte me encuentre escrito.

Tumbling down


Estoy vivo porque la muerte está perdida en el laberinto de mi ausencia. 

10.8.15

La taza estaba llena de reflexiones sobre los colores del té

Un gorrión y una cigarra discutiendo sobre lo blanco sobre negro sin una sola contradicción sobre el estatismo o las ecologías misántropas luego de servir un poco de té desde la tetera multidimensional que conocerían luego como Doña Espejada vaciando el contenido sin saber que el contenido no podía vaciarse pues no lo habían pensado ergo no había contenido antes de verterlo ergo no hubo contenido hasta que la taza se llenó de él ergo no hubo contenido antes de que la taza se llenara ergo no hubo taza hasta que se llenó de contenido ergo no hubo ni taza ni contenido hasta que ambos interactuaron ergo la existencia es cuestión de teteras y tazas y tés luego de saborear más de tres sabores distintos en el mismo instante el sabor real el sabor deseado y el sabor saboreado coincidieron en que los sabores eran multiplicadores de la opinión tanto como la política y por tanto embotaban los sentidos pero sin sentidos no había sabores saboreados y por tanto el embotamiento era un límite de las glándulas llegada la tarde dura y solitaria como un espacio en blanco arrojaron a la imaginación el deseo del descanso porque la noche era próxima pero la noche no sería hasta que ellos no la vieran u olieran así que se quedaron con la noche imaginada que era igual de válida pero el cansancio era entonces un capricho de la conciencia las tazas de té estaban vacías casi sólo los restos esos que no se toman por razón que podemos deducir pero no explicar el gorrión dijo que se iba y alzó las alas considerando durante su despedida que el vuelo no era más que un ejercicio de la soledad la cigarra se apretó contra un tallo y emitió su canto constante la vibración en el cuerpo que no sabía de qué era y por lo tanto no era pero el canto se extendería si los chinos pensaban que era un símbolo de renacimiento y demás culturas las consideraban desde misterios enormes hasta plagas pero qué tipo de consideración era esa si se desconocía su tipo pero todos estos pensamientos eran inútiles en cuanto a práctica existencial mas no tanto en cuanto a ejercicio nostálgico y la cigarra se quedó cantando pensando en qué sentido tendrían todos los colores del té y si eran color sólo cuando se los veía o saboreaba o eran ya desde antes y no va que oye los pasos de un humano que volvía del empleo y la cigarra entre canto y canto socavando tanto pensamiento mientras que el hombre que recién regresaba del trabajo apenas si se quejaba del ruido del insecto y no pensaba en nada la cigarra contempló al cielo donde el vuelo del gorrión proponía tantas preguntas y luego escuchó el silencio del hombre en la casa el silencio del hombre ajeno a las alas y las reflexiones sobre los colores del té en la soledad humana

4.8.15

Contradicción consciente

El autor se engaña diciendo que el arte es necesario,
engaña a los demás diciendo que el arte es necesario,
los demás se engañan a sí mismos diciendo que el arte es necesario:
El arte es un error de la cordura,
que sin llegar a ser locura,
engaña todas las mentes haciéndoles creer a todos que son necesarios.

Baja cosecha de sombras

Cuando mi madre estaba ciega
le escribí unos ojos
pero el papel se ensució con esperanza
y le volvió la ceguera de ver el mundo:
Porque todos nos cansamos eventualmente
de dormir,
y nos quedan los hologramas del astro rey
burbujeando en la mesa:
Dice que se quiere ir, el mundo hiede a sombras,
y él odia nuestras sombras
que se comen la luz de la tierra:
Pero antes de que llegues, tú, temblor del útero divido,
terror de las cenicientas que se sirven a medianoche,
déjame apagar tu luz de belleza atroz
con la boca de mi oscuridad:
Déjame cerrar los huecos de esta casa almorzada por el tiempo,
de este cuerpo cenado por las enfermedades,
de esta mente desayunada por la locura,
y tender las tersas sábanas de tu ausencia
para que te tiendas en ellas sin cuerpo,
para que yo te socave la existencia con el hambre
de mi cuerpo sin sombra:
Sé la sombra de mi pensamiento.

3.8.15

Aérea

Lanza de hielo que despierta en el vientre materno:
duerme como el cazador de dragones en el cabello del olvido:
olvida la ausencia como el silencio se olvida de hablar:
Una luz en tu pelo y eres eterna,
mas lo que sale del oro es soledad,
ornamento y testigo de la voluntad humana
que es triste
cuando fútil
rósea lágrima amplificada en las notas de un arpa:
Testamento de la roca, pliego del cuero animal,
anega al mundo y su sombra con el diluvio de tu llanto:
Porque en tu pelo hay una luz,
y eterna te reviertes hacia la poesía,
que es la sombra de quien la lee,
el fuego de quien la escribe.

Tienes pájaros en las manos, dijo mi alma no mía.