31.12.13

El pueblo

Veo este pueblo, carcasa de humo, tortuga fiera, 
y en él pasean de la mano muertos y vivos,
y los vivos reclaman la muerte, y los muertos la nada: Veo horizontes flexionados sobre ortigas y lágrimas, sobre cabezas de hierro hay nubes con fiebre, y llueven números, a veces letras, jamás palabras: Veo el fresno entre las piernas de mujeres estatua, palomas con alma rebasando el pensamiento: Los sabios son los que migran entonces, el pueblo va muriendo: Hay roca que habla y tierra con músculo, hay vida imposible en los destinos paralelos, hay silencio en el pueblo y hay una campana sorda, y quien sobre todos reina se llama a silencio, y yo le describo el final de la fiesta confundido: Apenas me mira con ojos de olímpico, con semblante de sismo, y abre la boca, roja de cereza y sangre, y modula como un trueno: “La única forma de ser real es no ser nadie; nada. La única forma de la nada es la realidad.”
Yo apenas pude señalarle que había manantiales abriéndose en los huesos, y que no había nadie escribiendo estas palabras.

30.12.13

El agua

Queda cerca el agua, y está muda de susto:
Ha tocado tu costado, que es de horror, bestialmente bello,
y ha besado una nota blanca en tus dedos fríos:
Besarte es como conocer el destino,
reconocer a los hombres por sí mismos en una muerte sola,
transparencia que es total en tu ausencia:

(Los caminos son hojas de afeitar si los recuerdas:
tus pies sangraban sobre laberintos de tierra profunda,
tu niña de ébano o cristal se moría en tu sangre,
y tú la mirabas desde el pretil de un pozo de agua
y tirabas de la polea para ver tus ojos subiendo:
desde las entrañas del agua muerta, desde el olvido del agua)

 Tocarte, mi mano trepando los muros infinitos de tu presencia,
sí, tocarte, que es otra manera de borrarme, desvanecerme:
tocarte y borrarme
para ser parido nuevamente por tu boca, páramo ahogado,
crecer en tu carne de diluvio,
madurar en tus movimientos de céfiro:
ir por el agua, esa agua asustada y muda y casi muerta:
espejo donde ocultas los ojos:
ojos donde los míos van a reposar
cuando se cansan de sí mismos:
Revientas en la distancia como todos mis silencios,
y bajo el agua está tu grito,
vaciando el cielo,
secando la tierra,

llenando el agua.

27.12.13

Segundo grito


Resonando, onda infame sobre blanca espuma,
alto, tan alto que sacó árboles del cielo,
todo sumido en una gota, espuria forma del todo, 
y la lluvia criando cabezas en el vapor:
temblaba el ala y temblaba ella, el nacimiento,
la sirena del fuego sobrevolando las calles,
alarmada ciudad por un grito de madre:
Había muertos en las fotos y ríos de viento,
nosotros, todos y cada uno, agachábamos la cabeza:
Bajo el grito
nacía lo desconocido,
nacía lo innombrable:
Nosotros éramos hechos de conocimiento,
éramos la época, su razón, su ciencia y cultura:

En una gran pira, al centro de la ciudad, cerca del corazón,
se quemó a la madre del bastardo por inédita:
El grito final les recordó a todos al del parto,
y ahora estaban seguros de que en el fuego
había nacido una segunda muerte:
La conciencia sería una brasa

de un incendio que hasta ayer apagaba el instinto. 

26.12.13

Sin aire

No hay aire, hay agitación y soles negros,
un tacto solo, de ida y vuelta al mismo sitio,
de cardos en los dedos y sangre en el muslo,
besos como martillazos, caricias como carácter,
no, no hay aire:
Y sabe el mar a tierra, y sabe la tierra a llanto,
y ella inclinada sobre las fajinas suda belleza,
y ese sudor abre otro cielo y otra muerte posible,
decisión y consecuencia, ir a ese o al otro,
comer esta manzana o arrancarse la cáscara,
ser manzana y fruto del sudor excelso,
ser nada:
pero no, no hay aire:

Y doblado sobre las letras las ato con mi lengua,
para que sean,
pero se resisten siempre,
y esto no es poema en mí,
es cuando usted, lector, lo comprende,
y se da cuenta de que es tan insignificante
que falta, siempre falta esa palabra:

no, no hay aire.

25.12.13

Tristeza

Hubo una lluvia ese día/hubo un llanto/
hubo humedad de pared triste y tierra en la boca/
y una vida se me escapó al exhalar/fuego/lluvia/fuego/
y en el espejo había un hombre/nacido de mi miseria vieja/
el hombre decía que había perdido una vida también/
esa noche/tristeza/grasa/escarcha/humo/ventilador/llanto/
y esa noche que yo/perdido/la vida en él se había encontrado/

Hubo una vida esa noche

que yo no sé, lector, a dónde se la llevó el espejo. 

23.12.13

El año que vino

Tan hablado el año que Margarita se quedó con la lengua seca
y la tía, que era sacerdotisa en los panteones, fumaba toda palabra,
y al exhalar dibujaba una fuerza amorfa, una fuerza de caballos sin destino,
yo veía a la familia correr tras los regalos y arrodillarse ante el último ángel,
y escupir vino y recuerdo,
mi abuela le escupió la borrachera del año pasado a mi padre,
"Estos días son todos un día", exclamó el patriarca,
"Ese día es todos estos días", y bajando la cabeza se colocó en la guillotina:
A la hora de brindar nadie tenía una copa en la mano,
pero todos elevaban la conciencia y la añoranza,
y las chocaban violentamente entre sí, algunas se rompían,
un nuevo año, algunas conciencias se rompían realmente,
mi tío Mauro perdió la suya en otro orden,
y se voló la cabeza con los dedos cargados:
El resto de nosotros éramos de nada momentáneamente,
a eso le llamaba tía Rita "conciencia de la muerte",
pero todos la tomaban por loca, y ella vivía sobre una montaña en Los Alpes:
Hubo fuegos de colores,
hubo risas y llantos,
hubo bailes y canciones y besos:
Yo me puse a buscar solo, desesperado:
Nadie se había dado cuenta de que habíamos perdido un año.

19.12.13

Palabras irrecuperables

                                            A Romina, cubierta de cada palabra



I

Hubo primero un hueso de oligisto
 cercando mi mano y saliendo de la tuya,
el hueso gritando como nube de lluvia:
Hubo frases de mimbre y suspiros de siesta,
noche como hondo mar, noche en reversa,
silbos bajando de tristeza por las ramas,
carnes girando en lo quieto y lo impuro,
mareadas pieles, de sudor, laminadas, óxido,
infinitas en sí mismas, infinitas en el otro,
las pieles, los huesos, la carne:
Y nuestras manos jugando al espejo,
jugando a ser una la otra, recorriendo la noche,
volviendo sin nosotros a la uña y la caricia,
a la dicha callada de ser manos sin dueños.


II  

Un día abriendo la cara
un día de nada y tierra, abajo, cerca,
un labio subiendo sin boca,
un beso trotando sin brida,
una boca hecha de ojos,
los ojos hechos de besos,
la mañana hecha de nosotros,
nosotros hechos de nada:
naciendo a medida que amanece el beso.

III

Y luego de todos los séptimos días
hubo silencio:
Pero tenías los ojos de las tormentas,
y el pensamiento anegaba los días,
y, náufrago de mí mismo,
salvé tu ausencia de aquella isla,
pero esa isla era también yo.



IV

Presencia de presencias sobre los tronos,
subiste y reclamaste, y te vestiste de mundo:
Y hay como bosques en tus ojos:
los voy abriendo, quiero de ellos la madera,
quiero la madera de tu córnea y el fuego en esa madera,
que consuma la noche como un salvaje,
que arrase con mi ropa,
desarmada y soñando círculos a través de tu boca:
Son la lengua y los dedos, que machetean o hierven,
sembrada tu boca con maíz y lágrimas,
arado el vientre por mis dedos,
fecundada con sangre tu tierra,
esa tierra que eres, que eres bosque y mundo,
y tierra:
En ti crecen juncos y totoras, nacen pumas de tus árboles,
se comen el mistol los suspiros, llora el chañar,
y te vas más allá, y no eres sólo estepa o pampa,
sino mundo, y, circular, vuelves siempre al inicio del fuego:
 Yo me difundo en tu tierra como otro cielo,
como si fuera yo otro cielo al que mirar,
soy viento con hambre para comerte la existencia,
soy lombriz en esa tierra,
soy agua disfrazada de ríos,
soy raigón y cayados y abono,
y voy deshaciéndome y haciéndome,
volviéndome sismo, runa de vida, tu llanto:
Y como una grieta veo abrirse tu sonrisa,
y meterse en esa oscuridad que no cae nunca es saber
que el hombre es su propia caverna
y que a sí mismo volverá siempre:
Pero sumidas todas las alegorías en tu risa,
y abres los ojos:
Yo, olvidado en ti, me cierro,
para encontrarme no mío
en toda la creación viva,
eso que es tu cuerpo cuando yace en mi sombra.  


V

De cabeza en la noche cubierta
de lluvia y de vapor llorado,
al instante que se estremece sólo por volver
a tu suspiro o a tu instante,
que es un infinito inscripto en el polvo,
eres toda de infinitos y salitres, y la noche te adora:
Dolor sobre jade, de espalda reclinada,
cubriendo con tu sombra centrífuga mi pecho,
dolor de alegría, risa aroma, lengua de hiel,
llueves sobre mí como la locura,
te derramas como un laberinto ciego que pierdo,
aciertas al centro de la colmena, reina,
abeja de fuego, abeja de miel, miel de piedra,
los ojos se nos quiebran en la mirada,
la mirada se nos cierra en la ofensa del sexo,
somos hechos de puertas y nos abrimos,
las manos se enloquecen abriendo siempre la puerta correcta,
en tu cuerpo de casa, de confusión histérica, de armas y llagas,
y hay también huracanes en el trópico de tu cintura,
trombas marinas te salen de los pechos,
brújulas rotas se acumulan en mis muelas,
baja la noche y lloras:
Has sabido ser siempre en tan solo una noche.


VI

Pasadas todas las palabras por agua,
abiertas por viento, ahogadas de tierra,
quemadas por fuego, ceniza insólita:
Porque no son nada,
porque yo sé que no son:
Son del vacío, y vuelven siempre al vacío:
pero a veces se apagan también en tus ojos:

única salvación para estas palabras.

14.12.13

Ocio

"El caos es un orden por descifrar...."
  • José Saramago (El hombre Duplicado)

13.12.13

El viento

No hay un solo viento en esta casa,
todos han escapado hacia fuera,
soplando hacia fuera:
Y la casa se quedó sin aire,
como sin respirar, soñando con el agua:
Y yo me senté en una silla,
y la silla era de pino, o roble,
y transpiraba porque no había viento:
Toda la casa transpiraba sin respirar
y también yo me ahogaba ahí dentro,
y se me ahogaban también las palabras:

El viento soplaba para afuera,
quizá cansado de ser solamente

aquello que lo respiraba. 

10.12.13

El cerco

Hay fuera de mi casa un cerco
que me encierra en mi casa y aleja al mundo:
Yo me la paso jugando en el piso frío,
que es como de luna muerta.
A veces abro las ventanas y cierro los ojos:
Hay soles y caballos y locos
como ofrenda en las esquinas y
en las grietas paralelas:
No esperan nada, nada saben,
como yo esperando en la casa,
comiéndome la soledad y la madera:
            Pero a veces me canso
            y traspaso el cerco
            y entonces es mi casa la alejada
            y yo estoy encerrado en el mundo.


9.12.13

La misa

Esa mañana en la ilusión del oratorio
exudaban aceite y pliegos los ancianos,
que entre las manos cerraban los cirios,
y entre los ojos abrían los recuerdos:
El sacerdote observó hacia el fondo,
buscando a dios sobre las grasientas cabezas:
Apenas vio a un niño de huesos como carbón
y mirada de ceniza:
“Al Norte los infieles se ahogaron”, dijo,
“María amamantó a los huérfanos.”
Todos recordamos el velo y la leche:
“A ustedes el pan les sobra”, exclamó,
“En el sur se comieron entre hermanos.”
            Se agitaron los sedimentos de cada corazón,
buscando exaltados la casta en el ojo ajeno:
Mas todos sabía que el silencio era la vida misma,
y por lo tanto una creencia inútil:

 (Recuerdo a mi madre acariciando las arrugas
de un yeso irisado e inútil, 
preguntando por dios a cada segundo:
Conocer al enemigo)

 “La carne se le comía a sí misma,
recuerdo que se le borraban las heridas,
se le borraba todo porque se comía a sí misma”
Fueron esas las últimas palabras del cura,
antes de volver llorando al sagrario de mediodía:
El asfalto respiraba un dolor de zapatos
y diarios de domingo:
Y todos salían de la misa orgullosos,
lamiéndose las manos como los gatos,
lamiéndose los dedos y el olvido:
Yo jugaba con el frío de los bancos,
y el niño del fondo estaba ahí desde y para siempre:
Solo en la sangre derramada erguía su orgullo
un santo olvidado

del cual nunca supe el nombre.

7.12.13

Palabras sin ropa

He comido el abismo:
Su carne es como un espejo infinito, uno
donde todos los nervios de la miseria humana se mastican:
¿Debería enumerarlos, aquí entre los abismos,
cuando usted los conoce, los ha visto, cada uno en su trono?
Bajo la luz de las chispas que sueltan las tormentas
he sido cimbrado como una gota,
me han desecado todo el aliento:
(La vida se festeja en las plazas del ayuntamiento,
bajo la atenta mirada de los procreadores decapitados)
Yo escribo aquí, aquí donde ha hecho nido la vesania,
viejos buitres que se despiojan entre mis nervios:
Escribo apenas, y estas palabras que no son ni poesía
me reclaman realces de jaspe y oro y viejos continentes:
Yo les digo que no las puedo vestir con ropas hermosas,

y que el invierno va a romperles los huesos.    

6.12.13

Recordados

Ahogo la cabeza de sur y clima sin brújula,
la rebajo al recuerdo, donde la soledad brinda por sí misma,
y te hablo, de lejos, de tan lejos que no existo:
“Mi sierva, mi poseedora, tú hecha de frutas y abalorios,
hechos de ti, de tu hueso o grasa, de tu pestaña izquierda,
observa, ven un momento, contempla cómo se erige el día
y va burlándose de todos los sueños con la rutina:
Así estabas cuando te encontré tan alejada de ti
que tu sombra preguntaba cómo se llamaba:
Así, cuando se te cayó una moneda al pozo invisible,
levanté tu deseo del suelo y lo acomodé en tu mano.”
Pero hablo a la madera, y asoma una araña y pregunta la hora:
Le digo que sólo recuerdo, y que la hora es la primera que fue,
ahora y desde siempre, y sabe a tisana de ruda el paso del tiempo:
Ahora que estoy solo, y me voy muriendo a medias,
es apenas el recuerdo que se teje en las telarañas:
Nada en esta casa me devolverá a ella:


 “Pero eras tan bella que… No puedo, se me caen las palabras
y se parten en el piso. Alguien sabrá recogerlas y repararlas:
Vamos, tú, yo, a ninguna parte, que ir hacia el norte o este
siempre le pierde el tiempo al amor y te envejece las hebillas,
y de tu pelo caen flores secas y hojas muertas si pasa el tiempo:
Pero todavía las recogeré y te llamaré en silencio:
Vamos a los sueños, que es donde tu piel está viva siempre.”
Y no hay después, nunca, y hay olor a eucaliptos y manzanilla,
y los dedos se me retoban como animales rabiosos, y no soy yo:
E intento terminar de decir la mentira que la nostalgia me dicta,
pero sin mí no puedo más que ser el recuerdo, y existes,
y existo, porque en el recuerdo tú, antigua, bella y amada,

me recordabas.  

5.12.13

El peso

Uno es el peso de todo lo que tiene:
La casa, sus muebles, los amantes, sus hijos,
el empleo, la paga, las salidas de verano,
las canciones escuchadas, las películas vistas,
los libros leídos, los bailes bailados,
las enfermedades, los análisis,
las aves oídas al pasar, el horizonte contemplado,
los castillos de arena, los muñecos de nieve,
las tazas de café, los termos de mate,
el sudor sudado, el aroma de animal,
las pieles acariciadas, las lágrimas lloradas,
la leche mamada, la sangre derramada:

Pero en el umbral del fin del mundo,
la hora de las glorias rotas y la lira,
será apenas el alma la que duerma
en la palma de una mano,
pesando nuevamente lo que no pesaba:
Y cuando esté pariendo la muerte
te dirán de qué sexo es la vida,

y que tú no eres el padre. 

3.12.13

Primavera romana

Los vi de día o noche, interposición de formas, 
al dormir se les confundía la vigilia y los ojos les hervían,
y se amaban tanto:
Eran ellos dos más piedras más rizos más cielo vacío,
uno venía de las minas, el mineral había fecundado a su madre,
el carbón y la bauxita lo educaron,
el otro venía de las montañas, la nieve fue el esperma,
los ríos el útero, la sed el óvulo:
Dos hombres alegóricos de tanto amarse, 
dos plazas cubiertas de niños olvidados, 
dos tardes de lluvia sin asfalto ni melancolía,
dos bestias matándose de amor en la espesura:
Se les perdían los abalorios y los trastos de pura fiebre,
se les perdía lo dispensable en el recuerdo de la música:
Amados por la certeza de la muerte y la indiferencia de la vida,
apuraron el vino en los cálices de los ojos,
se bebieron el uno al otro secando todos los viñedos,
fueron fermentándose en la carne de las espigas,
se alumbraron en el lampadario de un sol reventado,
eran una furia de soledad bifronte:
Se amaron tanto que desaparecieron de las ideas,
y se perdieron en el laberinto de lo imposible:


Recuerdo, por Marte, haberlos visto una mañana rósea,
una de esas que la primavera tornaba en capullos:
Yo me amargaba en el vórtice de una copa harta de hidromiel,
y contemplaba su miseria como en un espejo:
Cuando los vi alejarse tan propios de sí mismos,
deseé haber sido uno de ellos,
y padecer la vida que yo no había vivido:

Y el libro, como siempre, cae al sur de la fantasía,
sangrado del arrebol bajo los prisioneros y las cadenas:
Todos los titanes de pie para homenajearlos:
algo que solo esos dos hombres conocerán en la sombra del patíbulo.