26.5.14

Lápida

Dicen que a la poesía hay que darle tiempo:

                                                                Para que muera tranquila.

Silencio cero

Falso invierno, hoy abro las palabras, sin inspiración,
el tejido duro del viento, los cometas de brío roto,
aguja lunar que teje la noche, esta noche sin noche,
sin palabra, sin calles, falso, falso invierno:
Esta noche de nada, giro de sangre, ronquido de palabra,
poeta muerto sobre la calle o la página, un crimen o justicia:
Falso invierno, sin inspiración aspiro, inspiro,
el cordón de la palabra al nacer, una carta a los muertos,
una carta de despedida, residencia fuera del aire:
Falsa luna, falsa estrella, estirada a lo hondo, y hacia la nada,
deseo de diente amarillo, mandíbula rota, cristales como rostros,
gatos sin ojos que recorren el lomo de la noche, falsa, falsos,
gatos de fuego, de papel quemado, beso de niebla:
Falsas palabras, tierras comidas, maíz sin reposo,
caja torácica del sol yaciendo al costado de la noche,
como una osamenta roja y olvidada:
Falso invierno, y esta noche se dobla,
se martiriza, se hace vieja como mi palabra:
Debería haberme callado en el silencio:

Padre de todo y tumba de todo. 

23.5.14

La construcción

Déjeme escribirlo, lector,
déjeme perforarle los dientes con un punto,
déjeme apartarle la sombra con una coma:
Mire ahora sus manos, son derroteros, esquelas,
migajas de sudor, ojos vivos ruedan en ellas,
su frente se arruga ante la afirmación:
Son las líneas entre estas palabras,
las grietas análogas que roen su cuero:
Veo los ojos, y la carne y las flores que amontonan,
veo una tarde de lluvia fina, gotas como pedazos de pan,
frío como caricia de buey, golpe de tormenta:
Alineo el metal de sus uñas, parto su memoria,
lo creo a medida del vapor, del ruido:
Los osarios guardan el pensamiento que no pudo ser:
Déjeme confundirlo,
son rayas de tigres las várices, se llena de petróleo la boca:
las venas laten con silencio, corre por ellas, las llena:
hay castillos de agujas en el páramo de su ombligo:
quién en el tiempo se calla y habla de usted, no,
no soy yo, es la imagen del fuego:
Empiece por aquí, rompa este poema, alce la vista,
destrúyase:
Al acabar no hay este poema y no hay lector:

Hágase la nada.

22.5.14

Otra editorial ingenua

Estos pequeños grupos de poetas que dogmatizan la palabra, que imponen al otro por agotamiento, jugando con la necesidad, el verbo correcto o las sílabas justas, que excluyen al herético cuyo rostro está borroneado por la idea circular de que la poesía debe pertenecer y no merodear desnuda. Este circo de domadores sin leones sino conejos, de payasos sin chistes, de magos calvos con la galera llena de clavos. Este universo en una línea, esta línea en una moneda: Pues hablo desde lo más negro del corazón, de la distancia que me borra entre los ilustres criadores de pinochos y lobos, de los pasajes lluviosos y cerrados, de la casa derrumbada sobre el poema: Pues hablo de los profetas que en su tierra son mendigos, pero reyes cuando el morral suena: Hablo del poema como fluido, del fluido literario, del rostro ganado en esta rueda: Hablo del libro y del poema, hablo de los derrotados y los impostores, de nosotros: Digo libro o poema, y hablo de merecerlo, y no de comprarlo.

19.5.14

Simón

Las piernas como olvidadas pilastras romanas,
manchadas de polvo y recuerdo del polvo,
los dedos tensados como cimbras, róseos:
Hay espectros en la avenida, cuando cruza,
se curva ante el hambre, que lo riega cual vergel,
lo doma como el león doma a la jungla:
Firma el suelo con los pies desnudos,
se despide de sí mismo a cada paso,
y cada huella es un fanal de su voluntad:
Guía a los caminantes diurnos, cada huella,
ilumina los palacios de las rutinas,
lleva a los hombres sanos a casa,
mientras él sigue caminando, dejándose a cada paso,
volviendo hacia delante, desapareciendo
en la niebla de su impropiedad:
El cuero le duele y lo olvida, y a veces se le queda dormido,
cual tigre cazado y hecho adorno
en la sombra de los hombres, la antesala del mundo:
Allí duerme a veces sin ojos, se cuela en los sueños
de la ciudad, obesa de tanto soñar:
Torrente sin brida, consuelo sin fábula, hada caída:
He aquí él y su existencia, su mascota,
hecha del barro de Babilonia:
¿No me daría un plato de comida,
o un techo, lector,

para este niño, que se me muere en las palabras? 

El aborto

Es el filo sobre mi garganta:
es la gárgola quieta en mi espina:
es el círculo de café sobre la sangre:
es Nínive ahogándose en el Tigris:
es el hambre del perro polvo:
es la huasca sobre el cielo:
es la llegada del hombre a su sombra:
es el cielo dormido sobre Judas:
es la biblioteca tísica en medio del tornado:
es inteligencia de la costumbre:
es instinto o su silencio:
Entre rudas maromas apretada,
es la palabra que infecta el vientre de la razón:
Y crece como luna rendida, quizá amada:
Llegada la hora del hombre y su comienzo, la decisión:
Al leer, yo soy parido, lector, por los ojos:
Mas al canto del gallo metálico, las cero de la nada,
cuando todo es silencio y yo soy el silencio,
este poema no existe, y yo soy el aborto de su conciencia, lector,
sombra solitaria que ignora la sombra de estas palabras:

alguien que no soy yo. 

16.5.14

Lo que no existe de noche

Es de noche, y existimos:
Alrededor de la casa
fieras sueltas, de noche, entidades vivas,
soledad pinchuda, sales de armonio,
crestas sin gallo, olas quebradas,
cae de bruces el farolero derramando el aceite:
La noche se cierra de invierno en tu sopor animal,
y el fuego enciende el cabo de tu lengua:
Y es entonces el sueño que despierta,
la perspectiva se nubla por el humo de la conveniencia,
y lo único instantáneo es la tragedia:
Mas subes a lo alto de tu belleza, dura, ceremonial,
das de golpe con el cielo, bajas a él,
conoces que desconoces el camino,
vuelves por el sueño y sin despertarte
enciendes la luz:

Todo se ha extinguido.

14.5.14

La broma

Hay un espacio para la risa, un hueco en el estómago,
abierto por el rejón de la realidad:
Un hueso quemado por el salobre, un círculo romboide,
un beso sin saliva, un papiro mojado, un horizonte al que se llega:
Hay lechuzas en los huesos e historia en los residuos,
más de ella no hablan sino los cobardes que han sobrevivido:
Lo que organiza el chiste es la carne,
pues de ella se desprende todo escenario:
Hay quienes afirman que el asesino de Filipo II
debe atestiguar la miseria eterna de su familia,
convertidos todos en estatuas blancas:
Otros que los idólatras españoles
deben embalsamar los 8 cuerpos de Atahualpa
en habitaciones verticales que incesantemente
se llenan de oro:
Otros que la serpiente debe morder su cola
con la boca de su espejismo
bajo las hojas del sendero Mohawk:
Todo balance es una equivocación del caos,
he aquí el chiste.
Siéntese en su cómoda silla o su roñosa cucha, lector,
lea este poema y búrlese de él,
luego mire hacia abajo y recuerde

que la broma es a cuesta suya.

6.5.14

Unos segundos antes

Clamo por tus ojos nublados este invernar:
Hay un paso fuera de lugar en los ríos,
un cuerno vacío, un trigal sin nacidos:
En la siega bajan las cabezas los cedros, la ruta
se dobla en el paralelo de los mirasoles, su gloria:

Invoco tus breves dedos en el instante ya caricia,
fugaz pardal que se resume y resucita entre tus venas:
Clarea el alba ya lira, música sin cabeza:
Ahorro tus días en un limonero, exprimo finales,
de tu belleza ahoga un último invierno:
Si pudiéramos morir un segundo, viva, imperio,
si pudiéramos esta tarde morir unos segundos antes que la muerte

haremos la vida en el dolor que nos quede.

5.5.14

Soledad en la siesta

Si le hablo, lector, es porque no hay nadie:
Yo no estoy y usted tampoco,
y básicamente nos creamos con esta mentira:
Así voy desparramando esta sangre negra o azul o verde,
y los álamos se cierran como viejos acordeones tristes,
donde nada canta, nada, efluvio, carne transferida y morada,
y se rompen los caudales en la frontera, pues no son ideas,
son hombres de cal deshaciéndose sobre sus carabinas,
y no hay sueño, y no hay recuerdo, y foto tu correa, la sonrisa,
el niño que triste despediste bajo las sombras dobladas
del espigo y la sierra, del color que no muere más que de madrugada,
y la noche envejece junto a su cama, y piensas en su barril nocturno,
sus ahogos medianos, sus fetos amaestrados, y no hay lugar en la tierra:
Felicidad de cojines y desiertos, dualidades, aperturas, imposibles,
toda existencia a las horas, todas las horas al día, y el día se acaba:
El concierto de tu vida tiene precio, a la entrada dicen que es uno
y acaba siendo otro, y el público es de brea, algo de cabra, oro y mirra,
sin regalarse se ausentan al pico musical de lo sordo,
y oyen cómo se retiran las sombras de los que antes actuaban,
y bajo la guillotina de las estatuas ceden las cabezas, infinitas,
crecientes, persistentes como la yedra,
rojas como la tarde que se resiste al rebaje:
Y el desfile del domingo, o del lunes antes de ser día,
y te lamentas de no haber comprado el periódico
para ver si las fotos hacían algo más real la rutina:
Y no alcanza, con uno o dos tornados, con tres o cuatro acordes,
la inclinación hacia el pozo de los deseos, que se contrae y escupe
todas las monedas por un pedazo de amor:
Y salen ellos, y es hora de la siesta aunque tu cama se desangre de amor,
que caiga por una espiral de pelos y cruces
hacia donde siempre callan las luciérnagas,
porro de malta, fiera de Zanzíbar, rueda brújula, instante:
Ella está lejos y te callas, no vaya a ser que la despiertes,
el día fue duro cuidando a los niños,
la carta de la abuela decía que bajo los puentes de Londres
morían los poetas:
Vaya a saber lo que la tierra pisa si lo que la tierra traga
sigue o muere, es el instante, perra de luz, es la hoz y la vela,
es la frigidez de los músculos al encontrar tan graciosa belleza:
Vayamos acabando con la mentira, lector,
suficiente tiempo de inventarnos hemos tenido
bajo las luces de una ciudad muerta:
Vaya, sáquese los ojos, no vuelva a leerme:
De noche o por la mañana alguien le traerá una rotunda noticia,
contándole que doña Rita ha fallecido,

y que usted no existirá hasta la hora del desayuno. 

2.5.14

La cuna de los soles

He aquí la cuna de los rapsodas, los zares, los egregios:
Dioses y borrachos ante ellos se inclinan,
hay algo de Malasia, de Bulgaria, de España y Creta:
Hay de oros y cenizas y estalactita y manzanas,
hay de fronteras como arrugas en la cara de la tierra:
Aquí se doblegan todas las pieles, ante ellos,
los cabra, los seres humo, los bueyes de malta:
Son acunados en lo eterno sin el conocimiento,
son bañados de semen sin la experiencia,
son innecesarios más que para sí mismos,
y por ello el mundo los adora:
Quién osaría bajar la espada o rodar la hoz,
quién, si se los lastimaría, se los abriría
y podría verse su relleno de paja, de letras insecto:
Hay soles en esta mano, también, pero ellos mueren
luego del parto:
Un ser sin rostro debe ser intrascendente, debe ser de polvo,
pues no pertenece al súmmum de la existencia,
sino que se revela como impropiedad y otra vida
en el ignorar de los soles, sus tabernáculos,

conocimiento donde triste el desconocimiento se desconoce.

1.5.14

Asco de Buenos Aires (blues del pájaro)

Nena, como el borracho
al que el vino le derramó la cara
me derramo como densa leche, niebla entera,
entre las piernas de suburbios abandonados,
en los pelos de cuerdas rotas,
de saxos tapados con el pelo de la vejez:
Grita una bemol paralela, una negra rota,
giro los dedos como el tambor de un .44, martillo,
vuelo como el gato rojo sobre el metal furioso:
Nena, me vuelvo llanto,
como el día que hace luto y es la noche:
Vibraciones me recorre, hierven mi espina azul,
batallan mi asedio etílico, de agujas, del olvidado
en los callejones del tiempo:
Ciudad tóxica, que pende del borde del cigarrillo,
ciudad que se te cae de la boca, nena,
y está marcada no por tu rouge sino por la ausencia de tu boca,
camino bermejo, crujiente, rodado:
Pienso irme a la ruta, nena, cabalgar la serpiente de vapor y brea,
pero soy renuncia, y ruedo sobre un blues hasta mí:
Nena, no puedo estar ahí, donde tu sombra hace historia:
De dos no se hace uno, uno se destruye por dos:
Me regreso al vórtice de mi libertad ahumada,
porque mi realidad está totalmente fuera de mí, nena,
así sólo soy libre cuando no soy:
Como el pájaro es más libre dentro de la jaula,

porque la jaula de afuera es demasiado extensa, nena.