26.1.15

Camarero, una mosca en mi poema

El sopor del verano me divide, insufrible,
soy dos que son nada, que son dos veces el dolor del infierno:
A veces, a veces las palabras no salen
porque han encontrado otra cosa que decir,
y se esconden de la miseria de uno por miedo a ser malentendidas:
Guardan reposo en la idea,
revientan como un trueno enjaulado,
y se lanzan sobre las páginas
como los jinetes del fin del mundo se lanzan sobre la tierra:
Hijos sin destino, chirrido de la cama de un borracho,
todo es palabra y asco, y fuego en los intestinos,
todo es sangre al trote y sudor paralelo:
Como ojos partidos por la tormenta
eufórica la palabra revierte la vista y posibilita el horizonte,
lo acerca para alejar al mundo donde se para,
y lo inalcanzable es lo que está ahí, al tacto de la piel en llagas,
lo imposible y perfectamente horizontal es la existencia:
Arañas putas de berreo insufrible palabras son las palabras:
Carne malparida por la ira del tiempo, herida y olorosa:
moscas que las ensucian,
moscas que las matan somos aquellos quienes osamos invocarlas.

20.1.15

Cree que es libre, pero su carne aún proyecta una sombra

Cada cual tiene la jaula que elije:
Yo he armado una con pocas variaciones,
algunos ángulos desproporcionados,
esquinas llenas de arañas, 
abrevadero vacío o lleno del deseo de estar vacío:
Yo no puedo beber deseos,
pronto el sistema se deshidrata
y se convierte en recuerdo de la sed:
He colocado un ojo que mira constantemente:
Es esto que mira lo que no veo,
es esto que ve lo que se ve desde afuera:
Un silencio cortado, una sierra en las uñas,
olor a amoníaco y desesperación:
He pecado, quizá, de no ponerle una puerta,
una reja, una boca hacia el lenguaje de afuera:
Pero me ha parecido innecesario,
mi jaula carece de paredes o barrotes,
no hay nada en ella que me contenga,
y sin embargo en ella me muero,
como un tigre amaestrado,
sabia fuerza de lo indómito,
impotente porque sabe que si se liberara de su jaula
aún tendría que llevar a cuestas su carne y su sombra.

18.1.15

Epitafio de un vivo

Esta gente, estos poetas que ahora van
como si fueran huellas, dejando señales,
pidiendo que se los siga
como si fueran el hilo de Ariadna,
el fanal de los navegantes que vuelven del agua y la muerte:
Esta indiferencia de saber medirse
con la vara del mundo y no con la del espejo,
escasea como el fuego en el río:
Pero estos son los delirios de alguien que recién aprendió a respirar:
Lector, ignóreme siempre, olvídese
de la carne en proceso de descomposición tras estas letras:
Sobre ellas sólo vive su sombra:
sólo son ellas la verdadera vida
y la verdadera muerte.

14.1.15

A ti, que existes

A ti, que me desconoces aquí a punto de yacer muerto,
salta la muralla de caracoles, revienta sobre los diagramas:
Pues he visto el futuro, y tú no estás en él:
Ala sin cuerpo, me arrebato contra la hueste de la existencia,
idea de biblioteca babilónica, caída, levantada,
gris escaparate del símbolo clásico,
breve insignia en los campos de Abril que abrieron
los mosquetes con sus gritos de perro amarillo:
Confronta la salvaje brevedad del saber,
trágate la espuma de la ignorancia, entiende el infinito,
siente cómo te ignora, cómo desentiende tu construcción.
la de ser una persona, una yegua atada a un falo,
un terremoto en una casa de muñecas:
Respira la dimensión de la intrascendencia, que es grande,
que es magna, que te invita con sorbos de limonada
bajo sus árboles volcánicos:
Juzga tu juicio:
Al patíbulo irá el tú que más te agrade,
y el verdugo será lo que quede de ti,
eso que siempre has odiado:
Ábrete las venas con amor, besa en tu brevedad lo inalcanzable,
extiende tu beso infinitamente, infinito: Beso que acaba es muerte:
Entra al espejo que no te da la hora, cabalga una hidra,
siéntate a mirar a tus hijos mientras olvidan tu nombre,
cómete el pasto de la parcela que será tu tumba,
prende fuego cada recuerdo que te ha traído hacia ti mismo,
al todo, esos fragmentos que juntos son ellos:
Tu nombre una equivocación del silencio:
Pero ama así, sé armónico, plástico, adhesivo, senil, hermoso:
Aún la muerte te debe algo,
sé su vida:
Comprende que si las hojas se caen es porque han entendido este poema,
comprende que si este poema cae es porque ha visto el fin de las hojas.

13.1.15

Aquí puedes contar algo sobre ti para que los demás sepan que realmente eres Ivan

¿Y qué decir? ¿Quién es Ivan? Esto que escribe o lo que se desliza por las tardes cuando el sol se va muriendo, hacia el costado de los finales y las agujas. Esa sombra, ese pedazo de barro intocable, ese dios opaco, una letra, miles de años de accidentes genéticos, hijo, Caín, dientes de leche, sangre, don nadie, don, regalo del cielo, Calígula, abeja que ha picado y respira paciente la muerte, llanos de hombres ceniza, claroscuro, guitarra, juguete recibido en una Navidad ejecutada, años, muchos años atrás, condones en el jean, manos de mujer esperándome en el umbral de la soledad, una sombra con una sonrisa, diosa o tigre, reposando, yo en su vientre jamás yo, niño que ha sido hombre, niño que ha sido luz, hombre en las tormentas, arena de dientes, máquinas sobre mi cuello, gatos y perros, eléctricos como esa noche de suicidio, y en el hospital quién, cuándo, si yo había muerto: Pero la vida es otro acierto de la muerte, y de ella, parido, palabras, se me deslizan de la boca y los dedos, y confundo, y marcho como un león en una caja de rayos, partiendo los árboles de la memoria, exclamando que el reino de los hombres ha de terminar y que mis palabras son la frontera del silencio absoluto. 

6.1.15

Memento mori monstrum

El monstruo se resiste a cualquier clasificación construida en la
jerarquía o en la mera oposición binaria y, en cambio, exige un sistema
que le permita polifonía, reacciones mixtas (diferencia en la igualdad,
repulsión en la atracción) y resistencia a la integración
 […] la
existencia del monstruo es un reproche al límite y al encierro 
[…] La
geografía del monstruo, colmada de repulsión hacia los métodos de
organización del conocimiento y la experiencia humana, es una expansión
del riesgo y, por lo tanto, siempre se disputa el espacio cultural 
[1].
Jeffrey Jerome Cohen, “Monster Culture”.


Hay algo que debo sacar, no sé si de los intestinos o de entre los dientes, de la mugre de mis uñas o de mi laberinto tristeza, deliberado, no, consciente, premeditado, no, nada, olvido, agua, agua que llora a la sequía.  El pasear de los trabajadores a la mañana, esos pasos de enfermo, de esclavo nuevo, de dios en su frasco: Larga un olor que detesto. Huelo la rutina por la mañana y siento el asco de toda la vida en la garganta. Pienso en si debería matarlos a todos o desaparecer yo. Pero no, no. Desvanecerse aún sin haber vencido, Roma enloquecida, a lo que me rodea. Y lo que me rodea soy yo, pero son los demás que hacen este yo: Ser por otro, ¿muerte por agua?, espejo, espejo, otra imagen, nada es mentira en lo inventado, nada es inventado en la nada. El perfume de las mujeres, los hombres, estos seres  que brillan como una estrella que sabe que va a morir, a empequeñecerse, y se lanzan como fieras al día a día con actitud de dioses verdes. Quisiera verlos arder. Pero antes ver una sonrisa de tristeza, un segundo de lucidez que les demuestre que no valían más que las sombras que proyectaban, que se deshagan en esa certeza. Las cerraduras y las cadenas de esta santa, mártir quisiera la sociedad, risco rojo, desconocerse para parirse: No ser desde ahora, sino desde después: Del arrepentimiento, la rota seda, el café o el mate, el cigarrillo canchero, el chicle para el aliento, el chicle que cura el bochorno, la acidez de la resaca que no te ha olvidado olvidada: amante del jugo del infierno que se mece en una mano de piedra. El amor común hacia un objeto, la apreciación. La negación total de la propia intrascendencia. He comprendido que pretendía ser algo que ha muerto hace mucho tiempo, he vivido mi vida disfrazándome con mi sombra. Deshecho, el destino yace junto a mí moribundo con una rosa en la boca: Ni la vida es, ni la vida es un poema, ni he vivido ni he no vivido: Escribo, describo, atento, destrozo, marcho, ocupo, lastimo: Estas líneas son los delirios de la persona que escribe esto, lo observo atento, su rostro es igual al mío y, sin embargo, en la carne nos separa una duda.