Los días son como sombras doradas:
Las noches son días dormidos:
Y yo en el medio,
como un adicto,
buscando la hora paralela,
el nombre de la luz:
nada me separa del dolor:
nada entre el abismo y la rosa:
solo, sin palabras ni universos,
esfumo la verdad con una lágrima:
Y tú, con tu sangre de tigre,
tú, reposando sobre las ruinas:
de otro imperio que perdí al perderme,
de tu mano atravesada en esa sombra
que tenía mi nombre.