En estas vísceras otoñales uno se acerca al mundo, trémulo,
como un ciego con el bastón;
la niebla de la existencia se disipa si se entiende que la niebla es uno mismo.
Abren la compuerta del sol en el pueblo:
La muerte, ingenua, desea tener una sombra.
25.6.15
19.6.15
Si la oscuridad empieza
Hoy, por quinta vez, cortaron la luz con una dedicación homérica. Son horas de oscuridad calculada. No tengo ganas de escribir sobre ello de forma elegante, quiero vomitarlo. No es la cuestión político-social, las causas de los cortes, la que me inquiete, sino la oscuridad. Cuando era chico la oscuridad era imposible: No iba a dormir en la negrura total: Era como si mi cuerpo no existiera, era como perder el aire y el sentido de la realidad. Por un tiempo creí haberlo superado, hasta que llegaron los cortes. La oscuridad oxidada, le digo, porque no es azabache, es algo rojiza, un tinte que apenas se nota en la desolación de la ausencia. Porque es ausencia el cuerpo que no puede reconocerse. Quizás la oscuridad revele algo de eso llamado realidad, que desconocemos, pero por ello el horror: La carne entumecida por las tinieblas.
Prendo unas velas, varias, no me alcanza la luz de una sola: ¿Pero eso es luz? ¿Por qué la falta de la otra luz sigue doliendo? Agarro un libro: No me alcanza. Por unos momentos, me pierdo en las páginas, pero llega un momento en que algún crujido del cielo o suspiro del cemento me saca de la fantasía y me mete en otra fantasía, la de mi cabeza, y el pecho se me oprime, y las manos sudan, y se viene la ansiedad como una tormenta de arena, y las lágrimas que se pierden y no saben que están cayendo porque está muy oscuro. Tiro el libro. Prendo una tercer vela. Unas sombras empiezan a dibujarse en las paredes descascaradas, en el mueble que ni se usa, en mi frazada: Mi silueta es el resumen de todos mis pecados: No quiero ver, pero quiero luz. Atrapado inevitablemente en el horror de la ironía y la desesperación, cierro los ojos: Veo infiernos. Algo afuera aúlla. No es un perro. Nada es lo que era en la oscuridad. Bajo la cama escucho una ¿respiración?, la cama cruje, evito respirar, lo que respira bajo la cama serpentea sobre el suelo, se arrastra. Clavo los ojos en la llama de la vela. La llama me salva por unos momentos, pero luego se deforma, ya no es llama ni es luz: Es la tortura de la esperanza. Más ruidos, lo que estaba bajo la cama ahora camina por la habitación con dificultad, evito mirarlo. Se suman más ruidos, he dicho. Algo asoma por la ventana, no tengo idea de qué es, su ¿arbórea? silueta deforma la idea del instante, golpea el vidrio sin violencia, con la gentileza de alguien que pide ayuda. Del techo una mancha se hace ¿hombre? o gusano antropomorfo, creo que reza, o al menos cruza las manos suplicando. Voy a morir, las bestias de la oscuridad reclaman algo que no les puedo dar y esa desesperación va a matarme. Cierro los ojos para que lo inevitable llegue finalmente: En la oscuridad espero la muerte:
La luz vuelve. Me levanto de un salto, el corazón al galope. La noche ha vuelto a ser noche y el otoño es otra vez otoño. Yo soy yo, mi cuerpo está completo. Cierta alegría me recorre. Enciendo la computadora para hablar con alguien, ya que es tarde en la madrugada para una visita personal. El silencio es profundo. Nadie da señales de vida en la marea virtual. Me quedo sentado frente a una página en blanco. Solo. Pienso en la oscuridad. Pienso en ahora, la luz. La luz es solitaria, sólo nos hace visibles para que nos ignoren. La oscuridad es terrible y la detesto, pero la reclamo nuevamente. Al menos sus monstruos me necesitan.
Prendo unas velas, varias, no me alcanza la luz de una sola: ¿Pero eso es luz? ¿Por qué la falta de la otra luz sigue doliendo? Agarro un libro: No me alcanza. Por unos momentos, me pierdo en las páginas, pero llega un momento en que algún crujido del cielo o suspiro del cemento me saca de la fantasía y me mete en otra fantasía, la de mi cabeza, y el pecho se me oprime, y las manos sudan, y se viene la ansiedad como una tormenta de arena, y las lágrimas que se pierden y no saben que están cayendo porque está muy oscuro. Tiro el libro. Prendo una tercer vela. Unas sombras empiezan a dibujarse en las paredes descascaradas, en el mueble que ni se usa, en mi frazada: Mi silueta es el resumen de todos mis pecados: No quiero ver, pero quiero luz. Atrapado inevitablemente en el horror de la ironía y la desesperación, cierro los ojos: Veo infiernos. Algo afuera aúlla. No es un perro. Nada es lo que era en la oscuridad. Bajo la cama escucho una ¿respiración?, la cama cruje, evito respirar, lo que respira bajo la cama serpentea sobre el suelo, se arrastra. Clavo los ojos en la llama de la vela. La llama me salva por unos momentos, pero luego se deforma, ya no es llama ni es luz: Es la tortura de la esperanza. Más ruidos, lo que estaba bajo la cama ahora camina por la habitación con dificultad, evito mirarlo. Se suman más ruidos, he dicho. Algo asoma por la ventana, no tengo idea de qué es, su ¿arbórea? silueta deforma la idea del instante, golpea el vidrio sin violencia, con la gentileza de alguien que pide ayuda. Del techo una mancha se hace ¿hombre? o gusano antropomorfo, creo que reza, o al menos cruza las manos suplicando. Voy a morir, las bestias de la oscuridad reclaman algo que no les puedo dar y esa desesperación va a matarme. Cierro los ojos para que lo inevitable llegue finalmente: En la oscuridad espero la muerte:
La luz vuelve. Me levanto de un salto, el corazón al galope. La noche ha vuelto a ser noche y el otoño es otra vez otoño. Yo soy yo, mi cuerpo está completo. Cierta alegría me recorre. Enciendo la computadora para hablar con alguien, ya que es tarde en la madrugada para una visita personal. El silencio es profundo. Nadie da señales de vida en la marea virtual. Me quedo sentado frente a una página en blanco. Solo. Pienso en la oscuridad. Pienso en ahora, la luz. La luz es solitaria, sólo nos hace visibles para que nos ignoren. La oscuridad es terrible y la detesto, pero la reclamo nuevamente. Al menos sus monstruos me necesitan.
10.6.15
El otro planeta
La nave apenas parecía moverse, parecía hamacarse en el gentil vacío del universo como un recién nacido en los brazos de la madre. El astronauta suprimió la gravedad y se dejó llevar con los ojos cerrados. Sonreía, por qué no hacerlo. Este era el viaje de la humanidad. El viaje que marcaría al ser humano para siempre, abstrayéndolo de su soledad intergaláctica y acercándolo a otra forma de vida perdida en las inmensidades de otra galaxia. Las señales enviadas por la sonda espacial H1U-III eran inconfundibles: Calor, cuerpos, seres moviéndose sobre el suelo de otro planeta desconocido. Algo nuevo, algo fuera del hueso de siempre, de la carne de siempre, de las costumbres de siempre, de las sociedades de siempre, de los sueños de siempre. Algo por lo que volver a vivir. Esa era su esperanza, por la cual no dudó un segundo en presentarse como voluntario para la hazaña. Mis padres muertos, mi hermano desaparecido, y sólo los resabios de amistades que alguna vez supieron mantenerme cuerdo. Pero eso no fue suficiente. Caminar por las calles de la ciudad y ver el círculo de la existencia era el asco materializado, el aburrimiento, la rutina. Es hora de un nuevo comienzo. ¿Y si fueran una especie agresiva? Al menos mi vida se irá en manos de algo novedoso, no la muerte de siempre, la muerte de la Tierra.
Así pensaba y sonreía. Sujetó la bandeja al arnés del traje y comió un poco la torta de cangrejo que alguien desconocido había preparado. Hasta la comida es impersonal en la tierra, pensó mientras masticaba. Si son una especie amigable, ¿con qué me invitarán a comer? Espero que sus dietas no sean fatales para el organismo humano, pero si lo son, moriré feliz, con la calma de la novedad. El silencio supremo del espacio ya era suficiente para descansar su espíritu adolecido. Miraba el vacío universal como miraba el horizonte de niño, creyendo que era una probabilidad de lo infinito, que nadie estaría allí jamás y que él, algún día, en sus aventuras, lo alcanzaría y compartiría esa felicidad con el mundo. Pero la mirada perdida del padre borracho en la arena, la mirada perdida de la madre hundida en un vórtice de depresión y locura, la inocencia del hermano ignorando al mundo y siendo el hombre que él hubiera querido ser... Nadie a quien le importara el horizonte, el infinito, sus aventuras...Y ahora estaba en esta nave, fuera de los límites de cualquier crédito que alguien le hubiera dado jamás, excepto quizás su ex esposa, ahora olvidada en los quehaceres de un nuevo matrimonio... ¿Ves por qué debes olvidar la tierra y vivir la novedad de la existencia o morir en ella? Un instante de esa novedad servirá para reemplazar millones de años de una humanidad circular. Sonrió otra vez, se sentía realmente bien.
El sonar lo despertó de su ligera siesta. Se acercaba al objetivo. Su corazón latía con más fuerza, con la fuerza de la alegría. Poco a poco un punto diminuto en la negrura de esa parte del universo se hizo visible. Este es, pensó, gritó, mentalmente. Poco a poco el punto se hizo planeta. Ahí está, dijo, y de pronto la alegría se le secó de un golpe. ¿Es la tierra?, se preguntó desesperado. Miró el planeta que ante él se mostraba como un pavo real en el apogeo de su esplendor: océanos, tierra, atmósfera, ¿Eso era un huracán? No puede ser, no pude haber regresado, este es el punto marcado... Comprobó mejor la superficie. No, no era la tierra. Los pedazos de continentes no estaban distribuidos de la misma forma. Entonces, pensó confundido, ¿No sólo es un planeta con nuevas formas de vida sino que también es perfectamente habitable para el ser humano? La alegría volvió a colmarlo. Adiós tierra, he encontrado mi nuevo hogar, pensó en una arrebato de la pasión. La nave se adentró. Estaba calentándose más de lo que debía, pero a él no le importó. Se metió en el módulo de mando, las partes de la nave iban desapareciendo y a la vez toda la belleza del nuevo planeta se iba abriendo como una herida. El cielo. Nubes. El blanco esplendor de lo que sería un mediodía o una media tarde. ¿Así que tienen un sol? ¿O son dos?, No, esa quizá sea su luna. Apenas tuvo tiempo de maravillarse por nada antes de que el módulo empezara a tornarse rojo. Activó el sistema del paracaídas y fue eyectado. Vio al módulo hundirse en las aguas antes de golpearse contra una arboleda y perder el conocimiento.
Despertó desesperado y sin poder respirar. No quedaba oxígeno en el tanque. Una muerte así no, por favor. En la desesperación se quitó el casco y lo arrojó lejos. Por unos momentos más creyó que estaba muriendo por asfixia hasta que abrió la boca y se tragó todo el aire del universo: Podía respirar con normalidad. Se calmó. Sentado en el suelo, levantó la vista. Ambiente tropical. Una selva. La flora era desconocida pero harto parecida a la de la tierra. O quizá era igual y él desconocía qué tipo de flora era. Colocó el pequeño sonar en el suelo, lo ajustó. Se quitó el traje. Se acercó a un tronco. Madera. Húmeda. Me recuerda a algo. No importa, este planeta. Nuevo. Un nuevo lugar donde vivir y morir sin la náusea de lo humano. Gritó. Un grito conquistador, de alegría. Un disparo atronador, que rompió la corteza del árbol, lo puso en su lugar y le heló los nervios. En un idioma perfectamente comprensible, igual al suyo, oyó a una voz gritar: Quién anda ahí. Luego ladridos de varios perros. Quizá por la sorpresa o por el cansancio del viaje, se desmayó.
Cuando despertó estaba en una choza tropical. Acostado en un catre. Un perro lo olía, gruñendo de vez en cuando. Sentado en una silla, un monstruo con una escopeta lo vigilaba.
¿Dónde estoy? ¿Qué carajos es esto?, gritó incorporándose apenas.
Sh, dijo el monstruo. Las preguntas aquí las hago yo. ¿Qué haces gritando como un loco en mis parcelas?
¿Qué eres?, preguntó tan fascinado como horrorizado el astronauta.
Luego de un silencio, el monstruo rió. Perdón, dijo. Este es mi traje de caza, estarás creyendo que te atrapó un monstruo mitológico.
La piel del monstruo cayó y un ser humano, un simple ser humano, salió de ella. Ahora sí, dijo el cazador. Si no te gusta mi cara ya es problema tuyo. ¿Qué coño hacías en mis parcelas?
¿Estoy en la tierra? ¿Cómo pude equivocarme de ruta?, dijo el astronauta más para sí mismo que para el otro.
¿Tierra? Sí, tierra es lo que estás pisando. Bueno, relativamente. Estás acostado en mi catre. Qué carajo hacías gritando...
¿Estoy en la tierra?, Preguntó desesperado el astronauta.
A ver chico, dijo impaciente el cazador. Estás en - - y son las - - del día - -., ok? ¿De dónde eres?
¿Qué son esos nombres? ¿Estoy en África?, el astronauta estaba a punto de desmayarse otra vez.
¿Qué es África? Muchacho, estoy cansado, mejor te reporto.
Espere, espere, espere. ¿Este es el planeta Tierra?
A ver... Este planeta se llama - -, yo soy un ser humano como tú pero estoy un poco menos loco. ¿Acaso eres del planeta vecino?
¿Hay otro más?
Sí, está este planeta - - y nuestros amigables vecinos de - -.
No es la tierra, hay dos planetas distintos y habitables... ¿Por qué eres humano?
El cazador rió. ¿Por qué no? ¿O acaso es una pregunta filosófica? O acaso estás loco, déjame llamar a las autoridades, muchacho.
El astronauta no supo qué decir o hacer. Se quedó quieto mirando un punto vacío. Al rato llegaron unos hombres vestidos de... Esos uniformes denotan autoridad, ¿policía? Pero nunca he visto uniformes así. ¿Por qué si este es otro planeta ellos son humanos? ¿Por qué hablan mi idioma?
Luego del inútil intercambio de palabras, ya que nadie entendía a nadie, el astronauta fue arrestado. Lo metieron en un automóvil. ¿Un automóvil? ¿Qué cojones? y fue trasladado a una central. Llegaron a la central, a la cual no le prestó atención, distraído por la ciudad: Sí, una ciudad, idéntica a las ciudades de la tierra, con tráfico y polución y ruido y transeúntes apurados y papeles en el suelo y comercios... Esto es imposible. Luego de ser interrogado fue absuelto dado que no se encontraron razones para arrestarlo. Era un loco más.
Ya en la calle, el astronauta, perdido en un lodazal de pensamientos, decidió que si este planeta estaba habitado por humanos, humanos con las mismas ideas y costumbres que los humanos de la tierra, debían de tener una biblioteca, o algo semejante. Preguntó a un oficial de ¿policía? quien le dio las indicaciones. Al llegar a la biblioteca se dirigió al sector de Historia. No era el planeta Tierra. Era - -. Pero la historia era harto similar, la historia de la humanidad, la misma evolución, las misas revoluciones, las mismas... Era como el plagio de Roma a Grecia. Todo lo mismo con mínimas variantes en los nombres y en determinados hechos. Quizá atravesé un agujero de gusano y estoy en una realidad paralela. Sí, es lo más fiable. Salió afuera y empezó a caminar por las calles. Calles. La náusea de la rutina. El asco materializado.
Poco más se puede decir sobre la decepción del astronauta. De alguna forma, encontró un lugar en la sociedad, se acomodó y con el tiempo pudo dar a conocer su historia. Hubo muchos escépticos dentro de la comunidad de - -, pero la idea del planeta Tierra causó revuelo en algunos otros. Se llevó a cabo una investigación. Pero el astronauta se desinteresó de todo ello. Se encomendó a la vida que nunca quiso, pero no tenía opciones y era demasiado cobarde para suicidarse. Conoció una mujer con la que se casó. Tuvo hijos. Envejeció y murió sin esperanzas, atormentado cada día de su vida por el horror existencial de que había formas de vida fuera de la Tierra, y que eran iguales. Su tumba ahora decora un desolado cementerio donde seres humanos desesperanzados van a llorarlo, en el otro planeta.
Así pensaba y sonreía. Sujetó la bandeja al arnés del traje y comió un poco la torta de cangrejo que alguien desconocido había preparado. Hasta la comida es impersonal en la tierra, pensó mientras masticaba. Si son una especie amigable, ¿con qué me invitarán a comer? Espero que sus dietas no sean fatales para el organismo humano, pero si lo son, moriré feliz, con la calma de la novedad. El silencio supremo del espacio ya era suficiente para descansar su espíritu adolecido. Miraba el vacío universal como miraba el horizonte de niño, creyendo que era una probabilidad de lo infinito, que nadie estaría allí jamás y que él, algún día, en sus aventuras, lo alcanzaría y compartiría esa felicidad con el mundo. Pero la mirada perdida del padre borracho en la arena, la mirada perdida de la madre hundida en un vórtice de depresión y locura, la inocencia del hermano ignorando al mundo y siendo el hombre que él hubiera querido ser... Nadie a quien le importara el horizonte, el infinito, sus aventuras...Y ahora estaba en esta nave, fuera de los límites de cualquier crédito que alguien le hubiera dado jamás, excepto quizás su ex esposa, ahora olvidada en los quehaceres de un nuevo matrimonio... ¿Ves por qué debes olvidar la tierra y vivir la novedad de la existencia o morir en ella? Un instante de esa novedad servirá para reemplazar millones de años de una humanidad circular. Sonrió otra vez, se sentía realmente bien.
El sonar lo despertó de su ligera siesta. Se acercaba al objetivo. Su corazón latía con más fuerza, con la fuerza de la alegría. Poco a poco un punto diminuto en la negrura de esa parte del universo se hizo visible. Este es, pensó, gritó, mentalmente. Poco a poco el punto se hizo planeta. Ahí está, dijo, y de pronto la alegría se le secó de un golpe. ¿Es la tierra?, se preguntó desesperado. Miró el planeta que ante él se mostraba como un pavo real en el apogeo de su esplendor: océanos, tierra, atmósfera, ¿Eso era un huracán? No puede ser, no pude haber regresado, este es el punto marcado... Comprobó mejor la superficie. No, no era la tierra. Los pedazos de continentes no estaban distribuidos de la misma forma. Entonces, pensó confundido, ¿No sólo es un planeta con nuevas formas de vida sino que también es perfectamente habitable para el ser humano? La alegría volvió a colmarlo. Adiós tierra, he encontrado mi nuevo hogar, pensó en una arrebato de la pasión. La nave se adentró. Estaba calentándose más de lo que debía, pero a él no le importó. Se metió en el módulo de mando, las partes de la nave iban desapareciendo y a la vez toda la belleza del nuevo planeta se iba abriendo como una herida. El cielo. Nubes. El blanco esplendor de lo que sería un mediodía o una media tarde. ¿Así que tienen un sol? ¿O son dos?, No, esa quizá sea su luna. Apenas tuvo tiempo de maravillarse por nada antes de que el módulo empezara a tornarse rojo. Activó el sistema del paracaídas y fue eyectado. Vio al módulo hundirse en las aguas antes de golpearse contra una arboleda y perder el conocimiento.
Despertó desesperado y sin poder respirar. No quedaba oxígeno en el tanque. Una muerte así no, por favor. En la desesperación se quitó el casco y lo arrojó lejos. Por unos momentos más creyó que estaba muriendo por asfixia hasta que abrió la boca y se tragó todo el aire del universo: Podía respirar con normalidad. Se calmó. Sentado en el suelo, levantó la vista. Ambiente tropical. Una selva. La flora era desconocida pero harto parecida a la de la tierra. O quizá era igual y él desconocía qué tipo de flora era. Colocó el pequeño sonar en el suelo, lo ajustó. Se quitó el traje. Se acercó a un tronco. Madera. Húmeda. Me recuerda a algo. No importa, este planeta. Nuevo. Un nuevo lugar donde vivir y morir sin la náusea de lo humano. Gritó. Un grito conquistador, de alegría. Un disparo atronador, que rompió la corteza del árbol, lo puso en su lugar y le heló los nervios. En un idioma perfectamente comprensible, igual al suyo, oyó a una voz gritar: Quién anda ahí. Luego ladridos de varios perros. Quizá por la sorpresa o por el cansancio del viaje, se desmayó.
Cuando despertó estaba en una choza tropical. Acostado en un catre. Un perro lo olía, gruñendo de vez en cuando. Sentado en una silla, un monstruo con una escopeta lo vigilaba.
¿Dónde estoy? ¿Qué carajos es esto?, gritó incorporándose apenas.
Sh, dijo el monstruo. Las preguntas aquí las hago yo. ¿Qué haces gritando como un loco en mis parcelas?
¿Qué eres?, preguntó tan fascinado como horrorizado el astronauta.
Luego de un silencio, el monstruo rió. Perdón, dijo. Este es mi traje de caza, estarás creyendo que te atrapó un monstruo mitológico.
La piel del monstruo cayó y un ser humano, un simple ser humano, salió de ella. Ahora sí, dijo el cazador. Si no te gusta mi cara ya es problema tuyo. ¿Qué coño hacías en mis parcelas?
¿Estoy en la tierra? ¿Cómo pude equivocarme de ruta?, dijo el astronauta más para sí mismo que para el otro.
¿Tierra? Sí, tierra es lo que estás pisando. Bueno, relativamente. Estás acostado en mi catre. Qué carajo hacías gritando...
¿Estoy en la tierra?, Preguntó desesperado el astronauta.
A ver chico, dijo impaciente el cazador. Estás en - - y son las - - del día - -., ok? ¿De dónde eres?
¿Qué son esos nombres? ¿Estoy en África?, el astronauta estaba a punto de desmayarse otra vez.
¿Qué es África? Muchacho, estoy cansado, mejor te reporto.
Espere, espere, espere. ¿Este es el planeta Tierra?
A ver... Este planeta se llama - -, yo soy un ser humano como tú pero estoy un poco menos loco. ¿Acaso eres del planeta vecino?
¿Hay otro más?
Sí, está este planeta - - y nuestros amigables vecinos de - -.
No es la tierra, hay dos planetas distintos y habitables... ¿Por qué eres humano?
El cazador rió. ¿Por qué no? ¿O acaso es una pregunta filosófica? O acaso estás loco, déjame llamar a las autoridades, muchacho.
El astronauta no supo qué decir o hacer. Se quedó quieto mirando un punto vacío. Al rato llegaron unos hombres vestidos de... Esos uniformes denotan autoridad, ¿policía? Pero nunca he visto uniformes así. ¿Por qué si este es otro planeta ellos son humanos? ¿Por qué hablan mi idioma?
Luego del inútil intercambio de palabras, ya que nadie entendía a nadie, el astronauta fue arrestado. Lo metieron en un automóvil. ¿Un automóvil? ¿Qué cojones? y fue trasladado a una central. Llegaron a la central, a la cual no le prestó atención, distraído por la ciudad: Sí, una ciudad, idéntica a las ciudades de la tierra, con tráfico y polución y ruido y transeúntes apurados y papeles en el suelo y comercios... Esto es imposible. Luego de ser interrogado fue absuelto dado que no se encontraron razones para arrestarlo. Era un loco más.
Ya en la calle, el astronauta, perdido en un lodazal de pensamientos, decidió que si este planeta estaba habitado por humanos, humanos con las mismas ideas y costumbres que los humanos de la tierra, debían de tener una biblioteca, o algo semejante. Preguntó a un oficial de ¿policía? quien le dio las indicaciones. Al llegar a la biblioteca se dirigió al sector de Historia. No era el planeta Tierra. Era - -. Pero la historia era harto similar, la historia de la humanidad, la misma evolución, las misas revoluciones, las mismas... Era como el plagio de Roma a Grecia. Todo lo mismo con mínimas variantes en los nombres y en determinados hechos. Quizá atravesé un agujero de gusano y estoy en una realidad paralela. Sí, es lo más fiable. Salió afuera y empezó a caminar por las calles. Calles. La náusea de la rutina. El asco materializado.
Poco más se puede decir sobre la decepción del astronauta. De alguna forma, encontró un lugar en la sociedad, se acomodó y con el tiempo pudo dar a conocer su historia. Hubo muchos escépticos dentro de la comunidad de - -, pero la idea del planeta Tierra causó revuelo en algunos otros. Se llevó a cabo una investigación. Pero el astronauta se desinteresó de todo ello. Se encomendó a la vida que nunca quiso, pero no tenía opciones y era demasiado cobarde para suicidarse. Conoció una mujer con la que se casó. Tuvo hijos. Envejeció y murió sin esperanzas, atormentado cada día de su vida por el horror existencial de que había formas de vida fuera de la Tierra, y que eran iguales. Su tumba ahora decora un desolado cementerio donde seres humanos desesperanzados van a llorarlo, en el otro planeta.
6.6.15
Todos los que mataron a la poesía III
"El individuo puede idear toda clase de objetivos personales, de fines, de esperanzas, de perspectivas, de los cuales saca un impulso para los grandes esfuerzos de su actividad; pero cuando lo impersonal que le rodea, cuando la época misma, a pesar de su agitación, está falta de objetivos y de esperanzas, cuando a la pregunta planteada, consciente o inconscientemente, pero al fin planteada de alguna manera, sobre el sentido supremo más allá de lo personal y de lo incondicionado, de todo esfuerzo y de toda actividad, se responde con el silencio del vacío, este estado de cosas paralizará justamente los esfuerzos de un carácter recto, y esta influencia, más allá del alma y de la moral, se extenderá hasta la parte física y orgánica del individuo."
Thomas Mann
1.6.15
-404 Error not found
Burla. Ejecutor.-404 Error not found:
órgano inmenso del mar, órgano reproductor,
latente, creador de lunas negras, cigarra que llora:
Un paso o un diente de piano,
y la belleza la arrebata de su propia existencia:
Es ajena a sí misma por su hermosura, no se pertenece:
Galaxia, ion, fantasma o carne:
Expande, eclipse de la cordura,
estas palabras débiles, sufrientes,
hechas con manos temblorosas:
Mundo:
Mantén estas palabras en tu seno,
estas palabras,
que quieren ser pero no pueden
porque el lector conoce su significado y su límite.
Esto es la poesía,
y el lector debe decidir:
ser algo parecido a la vida
o la muerte.
órgano inmenso del mar, órgano reproductor,
latente, creador de lunas negras, cigarra que llora:
Un paso o un diente de piano,
y la belleza la arrebata de su propia existencia:
Es ajena a sí misma por su hermosura, no se pertenece:
Galaxia, ion, fantasma o carne:
Expande, eclipse de la cordura,
estas palabras débiles, sufrientes,
hechas con manos temblorosas:
Mundo:
Mantén estas palabras en tu seno,
estas palabras,
que quieren ser pero no pueden
porque el lector conoce su significado y su límite.
Esto es la poesía,
y el lector debe decidir:
ser algo parecido a la vida
o la muerte.
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