A V.
Lector, sueñe con ella:
Vea cómo late un laberinto de trigo bajo la piel gualda:
observe la noche muda apretarse entre sus piernas:
sienta el aliento de pantera dormida:
sufra los cambiantes colores de su pelo:
desaparezca en cada átomo que la erige,
como a un castillo inimaginable, como a un torrente despierto:
vea a contraluz su soledad entre las sombras que la dibujan:
materialice su ausencia en la presencia del universo
que se desploma en sus ojos muertos:
raspe su cordura con el temblor leve de sus labios:
abra su carne con los dedos que penden de una uña:
esquematice la cordura que delira sobre vanas ilusiones en yertos pies fríos:
Vea cómo empieza ahí, en el límite de su tristeza,
bella forma de velo caído o rosa invertebrada:
Sepa que ella empieza donde termina su sueño, lector,
y que usted jamás despertará.