que de tan rotos reflejan en sangre ceniza:
Felicitaciones por desintegrar
mi volátil
lienzo de nada:
Si el amor es vida, mi amor es un cementerio:
Invisible, senda del nativo perdedor de piedras:
Esto empieza a ser la mirada de un muerto fija en el sol:
Esto empieza a ser la cadena que circula
en los huesos y siembra perros en los años:
Esto empieza a ser la imaginación de un charco
donde se oxida otra luna imaginada:
Esto empieza a ser la fortuna que vacila
frente a la garganta de una locomotora que se cierra:
Silicio en los dientes, electrificados de sonrisas,
la partida del perdedor al caer la tarde:
Esto empieza a ser el ojo de un cuervo
que perdió su oscuridad al pie de la cruz:
Compromiso y juramento, heno al dividir,
mustia soledad en delirante tiempo de fuego:
No miraste la muerte del poeta,
tus ojos son correctos, pero mi shock es mejor:
Si está empedrado es porque lo estoy yo:
No dejaste la mano cortada del fotógrafo,
tu nube está cargada, pero mi tierra es un ojo:
Si es polvo, mi sistema está curvado:
Vapor en la nariz, la ventana ciega:
Buenas noches a tus reflejos,
que de vanos no aprendieron a empañar el espejo:
Esto empieza a sentirse como la lenta caminata hacia el idioma hueco,
donde todas las tardes todos los soles hablan de la incomprensible
tristeza de ser uno, y uno distinto cada día:
Esto empieza a ser como el descenso del dolor,
incubado en una lengua de soledad espiral,
cultivada en el estupor de mi cuerpo ausente en el tuyo.