La muerte podría ser mi perfume, ¿sabe?
Pero no hablemos de ello, hablemos de la noche:
Este momento en el que tantos han escrito
desgracias y alegrías, soledades y compañías:
Nos vamos quedando sin descripciones para la noche,
las metáforas se acaban, aunque muchos hayan presumido que son infinitas:
¿La noche del solitario que tiene enfrente?
No es muy diferente a la de los demás, créame:
Pero sí tiene algunos matices, algunas aristas, algunos huecos
indefinidos:
Pero cansina sería la tarea de explicarlo con mera poesía:
Seamos informales, un poco:
Hoy, por ejemplo, no podía dormir porque al cerrar los ojos
veía los rostros de mis conocidos:
Pero no eran normales, se hinchaban y deformaban grotescamente,
irreconocibles, horrendos; sueños despiertos de alguien
al borde de la locura: Alguien que soñaba ser yo:
A pesar de ello dormí en algún momento, pero algo me despertó:
Dolor, quizás, un poco. Fiebre. Miedo. Soledad:
Estas cosas de las que me creo tan dueño y no son más que estados:
Estados de la razón, de la mente atormentada, del duelo de existir como uno solo:
Le dije que no había nada extraordinario en esta noche:
Ni siquiera la particularidad de que sea mía, mi noche, la hace diferente:
¿Y por qué escribe, dejando todo su lirismo, hablando banalidades?
Se preguntará:
Y mi respuesta es simple:
No tengo idea:
¿Esto no resume un poco la poesía? ¿Lo que día a día leemos?
Excusas y mentiras, trampas y laberintos de palabras:
¿Y para qué? ¿Para que una miserable desatienda mi necesidad de amor?
¿Para que un imbécil ignore mi llanto de desamor?
¿Para que los hijos sigan siendo los idiotas que llevarán el legado de la idiotez propia?
¿Para que el perro le ladre a la nada? ¿El gato se erice ante la nada?
Oh, quizás haya algo allí:
Una respuesta en una pregunta:
La nada:
Le hablé de la muerte, mi perfume, y de la nada, mi respuesta:
Lector, ¿Aún ignora la razón por la que escribo?
De ser el caso, déjeme darle una respuesta satisfactoria,
para dejarlo volver a su vida y a sus pasiones inútiles:
Escribo porque es de noche:
Recuérdelo, para que cuando su miseria lo canse de ser usted,
vuelva, agotado y viejo, a esta página, a esta conversación baladí,
y leyendo en voz baja, un poco ronca,
sea usted yo, mi carne y mi hueso,
y aplastado por la angustia y el pesado manto del silencio,
lea algo inútil
sólo porque es de noche.