Si miro al olvido veo el ladrillo de tu frente
brotando como una música roja:
Bajo los dedos por el olvido,
toco la mucosa del tiempo y su resfrío:
Deshago el olvido en una trinchera
donde las estatuas van a descargar el vientre:
Meto el olvido en una bolsa de arpillera
para darlo de comer a la mañana negra, a las gallinas de
aceite:
Surco el olvido en una cuneta
y lo deslizo en la boca del río, que se apaga como la
noche:
Hay maneras de resentir el recuerdo,
el tren a Pancras no parte hasta la hora del té
y doña Lila junta los pedazos del marido
y los barre junto a las migajas del bizcocho herido:
No hay olvido sin tren ni marido, no hay olvido sin hora,
hay piernas y ojos y pestañas en el olvido, y hay ahora,
y más allá, y después, pero nunca antes:
¿Darle tiempo al tiempo es darle tiempo a la vida o a la
muerte?
¿Quién es el último muerto en esta tierra?
Cebo el olvido en una caja de fusiles,
lo barro hacia el corredor de los perdedores,
lo amontono en el tórax del vencedor:
Cada vez que escribo olvido me recuerdo
pues el olvido me escribe.