La rosa del olvido partida como una manzana,
como un diente viejo y triste:
Ella se columpia en la hamaca, junto al árbol de naranjas,
sin saber que el viento viene, implacable,
para llevarse su sonrisa:
Está siempre vestida de árboles y laberintos,
ayahuasca le corre en los nervios, magma cae cuando llora:
Es la promesa y la traición
de los marineros que se olvidan de la muerte en el mar
y se casan con la sal del tiempo y el juramento del horizonte:
Miasma, aplacada la tormenta, fugitiva del rayo:
Fuego que se revienta en estrellas que se revientan en deseos
que se revientan en neón, clavado donde está la vida artificial:
Insoportable el sudor del día
le cae por la frente, denso como el miedo,
frío como la ausencia:
Ella es la genética del mundo, el instinto de los animales,
es el norte de los muertos y la cruz de los vivos:
Se hamaca sin saber que el viento viene
para comerse su sonrisa:
Como yo cuando la observaba
en tardes de cerezos que se caían de locura,
en tardes de soles escapando de mi sombra:
Y es el viento lo que se escribe,
pero es también lo que viene a borrarlo:
Y es ella el viento:
Quien hubiera estacado mis manos con un clavo de hierro, dios mío,
antes de que se moviera para fusilarse con la poesía:
Solo ella queda, que es el viento.