1.4.15

En la habitación vacía

Estoy en la habitación vacía. No hay nada aquí. Por su única ventana
entra la luz cobriza del atardecer. Mi sombra se estira sobre el suelo
y trepa la pared. Estoy solo en esta habitación. Nadie entra. Nadie sale.
Miro por la ventana: El mundo está vacío también. Nada se mueve. Apenas
unos grandes pastizales que el viento mueve con pereza. Siempre es la misma hora. El sol está clavado en su lugar. Nada se mueve. Mi sombra trepa la pared.
No puedo recordar haber conocido a nadie. Nadie viene a tocar la puerta.
Miro los grandes pastizales, moviéndose con pereza al son del viento.
Estoy sentado en medio de la habitación vacía que está en el medio
del mundo vacío. No hay nada aquí. No hay otra sombra deformando mi sombra, ni la muerte viene a amenazarme. Sólo están mis pensamientos, pero no pueden ser más que sobre esto, y quizá algo sobre la tristeza que inexplicablemente me causa el pasto tan descuidado. Pero nada más. No hay nada aquí. Nada se mueve. Yo tampoco. Sentado en medio de la habitación vacía en el medio del mundo vacío. Susurro. Es el viento. Susurro. Lo más parecido a una caricia. El viento. La caricia de Dios sobre la tierra. Dios. Dios. No hay nada aquí. Nada se mueve. Ni siquiera Dios. A lo lejos la línea del horizonte sobre la llanura se afila como el destino. Dice "Aquí todo termina". Dice "No hay fin porque no hay principio". Dice "Nada puede decirse sin estar equivocado y tener razón absoluta al mismo tiempo". Dice "Alguien una vez te amó, y observaste cómo su figura se desvanecía en mí." Alguien. Alguien. Aquí no hay nada. Nada se mueve. Ni siquiera el recuerdo. Ni el amor. Es el viento el que habla. Yo estoy en ningún lugar. Aquí. Esperando. A nadie. Pero mi sombra trepa por la pared eternamente. Esperando a quien deforme mi sombra. Aquí no hay nada. Nada se mueve. Aquí estoy esperando sin ser mío. Sentado en el medio de la habitación vacía en el medio del mundo vacío.