4.8.15

Baja cosecha de sombras

Cuando mi madre estaba ciega
le escribí unos ojos
pero el papel se ensució con esperanza
y le volvió la ceguera de ver el mundo:
Porque todos nos cansamos eventualmente
de dormir,
y nos quedan los hologramas del astro rey
burbujeando en la mesa:
Dice que se quiere ir, el mundo hiede a sombras,
y él odia nuestras sombras
que se comen la luz de la tierra:
Pero antes de que llegues, tú, temblor del útero divido,
terror de las cenicientas que se sirven a medianoche,
déjame apagar tu luz de belleza atroz
con la boca de mi oscuridad:
Déjame cerrar los huecos de esta casa almorzada por el tiempo,
de este cuerpo cenado por las enfermedades,
de esta mente desayunada por la locura,
y tender las tersas sábanas de tu ausencia
para que te tiendas en ellas sin cuerpo,
para que yo te socave la existencia con el hambre
de mi cuerpo sin sombra:
Sé la sombra de mi pensamiento.