A Nicole
Otoño llegó como un ahogo, un susto:
De las prístinas córneas veraniegas
surgieron dolosas hojas en celo y:
Lagos en aquello que no duerme:
Calles con ínfulas de guía
circulan serpenteando entre la duda rutinaria:
La madre de los perros
los pasea con cuidado tal
que confundiría uno tanto amor
con la otra caída:
Hibiscos y Dalias y Crisantemos
circulan el celo de los Pensamientos:
Nada retirará a el caído de la cruz:
Aunque raíces no se sometan
al dulce vientre de la tierra:
¿Qué olvidos habrá cerca de las ruinas,
las ruinas de haber olvidado?
Ah, caído y sin memoria,
caido sin arriba ni abajo,
el consuelo por vida no puede
quitártelo ni la esperanza de la muerte:
La gran rueda hierve,
el trueno no acompaña
la división de tu mediodía,
el comienzo no sangra de los muertos:
Ni de los calvos árboles guardianes:
Aquello que sopesa tu tristeza
es el perdón de las aguas:
Trono o síntoma,
el insulto despierta a la noche fría:
-Cuando dormía era tanto como lo innombrable.
Pero se me dio por despertar y caminar y fui como el hombre.
No era feliz, ni lo soy ahora. Nada consolará
a mi cama sucia y vacía.
-¿Por qué quiso ser un 8? ¿La infinidad lo asustó?
-Hasta las estrellas están muertas, y lo que es infinito no debe decirse.
Aún lloran en Hannover por las binarias. Y por haberlas bautizado.
-¿Quisiera ser distinto? ¿Ascender acaso?
-Ahora soy el equivalente a la muerte de una semana. Y a su nacimiento.
8 sobrevivieron del Arca. Los reyes me portan para hablar con Dios.
Soy la justicia matemática. Soy el Mago y los brazos de Vishnú.
-¿No quisiera volver?
-Sólo si pensara en Yeats, la nostalgia de la tumba.
Porque ser infinito es morir y vivir sin pausas.
Mi pequeña paloma,
todos vamos a morir,
pero ante este pensamiento
refúgiate bajo la sombra de mi tristeza:
Allí encontrarás fuego y huesos que roer:
Debajo de la rósea niebla que hace
oscitar al amanecer
yacen los instintos que te han hecho odiar:
Yace el sexo sin germinar de los europeos:
El alba está sobre la yema de otros dedos,
otra vida:
Pero tus huesos lo piden,
como un vapor negro, un salmo latiente,
todos tus dientes tiemblan
ante la posibilidad del amor:
Quizás en Ohrid, quizás la muerte:
-No soy esto por capricho, sino por odio.
Y si me tiemblan los ojos es por aquel nacimiento
de la luz que me abrió la boca y la llenó de tormentas,
para ser 7 debo ser simplemente, para ser 9 quizá
prostituirme un poco y volverme algo vulgar.
Para ser un 10 debo morir, no hay otra manera.
Y si existo es porque odio,
y si odio es porque me puse de pie,
y sobre el osario de los ceros clamo
mi ira sin hogar, mi tristeza de sangre,
y grito el odio al instinto,
y no hay caminos sin odio,
pues para levantarme tuve que conocer la ternura,
la caricia, el temblor senil de saberme caído,
amando el odio que conmueve a los vivos,
otro amor por amor.