unas palabras que dudan demasiado de sí mismas:
Me miran desde su lugar y
es como si me preguntaran qué es lo que trato de hacer con ellas,
cuál es su propósito en esta página:
Jamás se rebelan, son obedientes, o al menos eso creo:
Pero a veces una le dice a la otra para ocupar su lugar,
u otra se enamora de una coma, y,
con movimientos imperceptibles,
se acercan y se destrozan,
como los barcos y los amantes,
y dejan de decir lo que yo había propuesto,
y de repente una está embarazada,
y otra,
y empieza una reproducción frenética
de palabras independientes,
de madres imposibles,
de colores y deseos,
de manada inminente,
y me quedo con los dedos en el aire,
temblando,
callados,
derrotados:
Allí abajo las palabras forman un silencio puro:
el silencio que no conoce la carne.