9.9.14

Palabra y silencio

Tengo unos dedos que tiemblan demasiado, 
unas palabras que dudan demasiado de sí mismas:
Me miran desde su lugar y 
es como si me preguntaran qué es lo que trato de hacer con ellas, 
cuál es su propósito en esta página:
Jamás se rebelan, son obedientes, o al menos eso creo:
Pero a veces una le dice a la otra para ocupar su lugar, 
u otra se enamora de una coma, y,
con movimientos imperceptibles, 
se acercan y se destrozan, 
como los barcos y los amantes, 
y dejan de decir lo que yo había propuesto, 
y de repente una está embarazada, 
y otra, 
y empieza una reproducción frenética 
de palabras independientes, 
de madres imposibles, 
de colores y deseos,
de manada inminente, 
y me quedo con los dedos en el aire, 
temblando, 
callados, 
derrotados:
Allí abajo las palabras forman un silencio puro:
el silencio que no conoce la carne.