Veo con ojos cansados, rojos o grises o verdes,
llenos de agua, como una represa por romperse:
Hay vicios en las palabras que el silencio reclama,
pero nadie lo calla:
Aquí dentro, que es el afuera de la nada,
se derrama la sangre de la verdad con margaritas
y jazmines, y gatos circulares y micrófonos mudos:
La nada se regresa al otro lado,
y de este lado se la mira cruzar el muro
que hemos levantado con inocencia y barro y cemento:
Cuánto hay de posible en una idea.
La ilusión, que refleja como estas palabras una voluntad, es frágil.
Idea es ilusión.
Ilusión es engaño.
Engaño es vivir.
Vivir es ser.
Entonces o somos una idea o somos una posibilidad.
Leones de hierro se inclinan en nuestras puertas,
donde el judío errante quema los cabellos de los niños:
Oh, pobres niños:
Víctimas del sexo, de la sed de sangre de dos fantasmas,
de dos sombras orgásmicas, de dos ríos sin cauce:
Somos la muerte, somos la vida y la muerte en nuestros hijos:
Quien da vida da muerte:
Pero siguen festejando afuera, en los circos violetas,
los actos de condecoración a las musas,
los misiles mágicos que salen de la boca del olvido:
Y hay hijos como flores e ideas y ojos estampados
en cada palabra orgullosa,
como si al escribirla la palabra tomara el sentido de lo dicho,
y no sabemos que la palabra nos ignora:
Veo, en este sueño de desiertos hambrientos y lluvias paralelas,
vivir como si fuera cierto:
Y, apenas mencionados, apenas nombrados,
todos los hombres son arrancados del significado de su carne:
La nada trepa el muro con paciencia
y con su pies ilumina, con otra luz,
que apaga la luz que está de este lado del muro:
La oscuridad repite, sin otra opción,
su disfraz de doncella:
Hombre que lee, escupa esta página y guarde silencio:
Quizá sea lo único que usted haya creado.