6.1.15

Memento mori monstrum

El monstruo se resiste a cualquier clasificación construida en la
jerarquía o en la mera oposición binaria y, en cambio, exige un sistema
que le permita polifonía, reacciones mixtas (diferencia en la igualdad,
repulsión en la atracción) y resistencia a la integración
 […] la
existencia del monstruo es un reproche al límite y al encierro 
[…] La
geografía del monstruo, colmada de repulsión hacia los métodos de
organización del conocimiento y la experiencia humana, es una expansión
del riesgo y, por lo tanto, siempre se disputa el espacio cultural 
[1].
Jeffrey Jerome Cohen, “Monster Culture”.


Hay algo que debo sacar, no sé si de los intestinos o de entre los dientes, de la mugre de mis uñas o de mi laberinto tristeza, deliberado, no, consciente, premeditado, no, nada, olvido, agua, agua que llora a la sequía.  El pasear de los trabajadores a la mañana, esos pasos de enfermo, de esclavo nuevo, de dios en su frasco: Larga un olor que detesto. Huelo la rutina por la mañana y siento el asco de toda la vida en la garganta. Pienso en si debería matarlos a todos o desaparecer yo. Pero no, no. Desvanecerse aún sin haber vencido, Roma enloquecida, a lo que me rodea. Y lo que me rodea soy yo, pero son los demás que hacen este yo: Ser por otro, ¿muerte por agua?, espejo, espejo, otra imagen, nada es mentira en lo inventado, nada es inventado en la nada. El perfume de las mujeres, los hombres, estos seres  que brillan como una estrella que sabe que va a morir, a empequeñecerse, y se lanzan como fieras al día a día con actitud de dioses verdes. Quisiera verlos arder. Pero antes ver una sonrisa de tristeza, un segundo de lucidez que les demuestre que no valían más que las sombras que proyectaban, que se deshagan en esa certeza. Las cerraduras y las cadenas de esta santa, mártir quisiera la sociedad, risco rojo, desconocerse para parirse: No ser desde ahora, sino desde después: Del arrepentimiento, la rota seda, el café o el mate, el cigarrillo canchero, el chicle para el aliento, el chicle que cura el bochorno, la acidez de la resaca que no te ha olvidado olvidada: amante del jugo del infierno que se mece en una mano de piedra. El amor común hacia un objeto, la apreciación. La negación total de la propia intrascendencia. He comprendido que pretendía ser algo que ha muerto hace mucho tiempo, he vivido mi vida disfrazándome con mi sombra. Deshecho, el destino yace junto a mí moribundo con una rosa en la boca: Ni la vida es, ni la vida es un poema, ni he vivido ni he no vivido: Escribo, describo, atento, destrozo, marcho, ocupo, lastimo: Estas líneas son los delirios de la persona que escribe esto, lo observo atento, su rostro es igual al mío y, sin embargo, en la carne nos separa una duda.