14.1.15

A ti, que existes

A ti, que me desconoces aquí a punto de yacer muerto,
salta la muralla de caracoles, revienta sobre los diagramas:
Pues he visto el futuro, y tú no estás en él:
Ala sin cuerpo, me arrebato contra la hueste de la existencia,
idea de biblioteca babilónica, caída, levantada,
gris escaparate del símbolo clásico,
breve insignia en los campos de Abril que abrieron
los mosquetes con sus gritos de perro amarillo:
Confronta la salvaje brevedad del saber,
trágate la espuma de la ignorancia, entiende el infinito,
siente cómo te ignora, cómo desentiende tu construcción.
la de ser una persona, una yegua atada a un falo,
un terremoto en una casa de muñecas:
Respira la dimensión de la intrascendencia, que es grande,
que es magna, que te invita con sorbos de limonada
bajo sus árboles volcánicos:
Juzga tu juicio:
Al patíbulo irá el tú que más te agrade,
y el verdugo será lo que quede de ti,
eso que siempre has odiado:
Ábrete las venas con amor, besa en tu brevedad lo inalcanzable,
extiende tu beso infinitamente, infinito: Beso que acaba es muerte:
Entra al espejo que no te da la hora, cabalga una hidra,
siéntate a mirar a tus hijos mientras olvidan tu nombre,
cómete el pasto de la parcela que será tu tumba,
prende fuego cada recuerdo que te ha traído hacia ti mismo,
al todo, esos fragmentos que juntos son ellos:
Tu nombre una equivocación del silencio:
Pero ama así, sé armónico, plástico, adhesivo, senil, hermoso:
Aún la muerte te debe algo,
sé su vida:
Comprende que si las hojas se caen es porque han entendido este poema,
comprende que si este poema cae es porque ha visto el fin de las hojas.