30.3.15

OR2@

La serpiente sobre la piedra, cristal, denso, coma, coma;
mentira sobre imposible, río limitado,
como la serpiente la existencia:
Contra los silbos que amables bajan de noche desayuno
el negro instrumento de la ausencia:
Página sucia de tinta
que sólo se limpia con su lectura, lector.

19.3.15

El perro rabioso

Ambos hombres, cubiertos con harapos sucios y olorosos a óxido
se columpiaban en las hamacas. El parque estaba devastado por el tiempo y el polvo. Se oía el crujido de los huesos del mundo como un enfermo en agonía. Sobre la tierra la tierra reinaba, y el silencio, y el viento inflado de tristeza.
¿Es el atardecer?, dijo. No puedo distinguir. Pero la luz rojiza...
Quizá, contestó el otro. Los relojes nos recordaban eso, ahora ya no están.
Cierto.
Todo lo que existía en el mundo proyectaba sombras que eran como la sangre seca de sus cuerpos inútiles. Espacio. Finito. Mundo. Sobre las copas de árboles pelados revoloteaba el recuerdo del canto de los pájaros.
¿Han muerto todos?, dijo.
No lo creo, contestó el otro. Son testarudos. Y aparte están las cucarachas. Siempre quedarán las cucarachas.
Eso no tiene nada que ver con nosotros.
Lo tiene. Mucho. Ellas son el recuerdo de que alguien las quería fuera de su cocina, o fuera de su cuarto, y que se compraba veneno para exterminarlas, y que se las perseguía. Algo así como un recuerdo de los hombres. Un souvenir de su existencia. Sí, quedan las cucarachas.
Nosotros somos hombres, ¿Qué hacemos vivos?
Ya te dije, idiota. Quedarán más, otros. El fin del mundo era una ilusión de personas inteligentes. Esto demuestra que en la historia, los más inteligentes han sido los más imbéciles.
Han estado cerca. Mira esto. Mira la muerte con su lámpara recorriendo cada recoveco de la tierra.
La muerte debe estar llorando por este absurdo. Su trabajo era más divertido cuando el ser humano creía en un sentido. Ahora que todo eso se ha perdido, su trabajo es una mera tarea de rutina.
Dijiste que quedan algunos, o muchos. Si quedan, si piensan, estarán pensando en un sentido.
Es cierto. Quizá la muerte se divierta con estos últimos.
Hablas como si existiera.
Otra vez, tienes razón. La muerte. Una creación del lenguaje.
O del miedo.
O de las tradiciones.
O de la mente.
Todo. La muerte es posible en todos ellos y a la vez es una ilusión. Era un poco la excusa que los hombres le ponían a la vida para tener que vivirla.
Sí.
El tiempo ya libre, expandiéndose hacia todas partes, sin tiempo. La materia siendo meramente un espectador inútil de su propia existencia. Otra vez el viento. Hacía ruido. Sus huesos, los del mundo enfermo. O el viento, su voz, el gorgoteo final de un degollado. Entre los edificios se colaba un halo de luz roja, entre todo. Sobre la cima de la limitación humana se extendían las nubes gordas y grasientas, hinchadas de gases y azufre y llanto.
No entiendo qué esperamos, dijo.
No esperamos. Se esperaba cuando el tiempo... Ahora... No, no se puede poner en palabras. La realidad no es. Nosotros somos un mal sueño de la realidad, que ahora, al despertar, poco a poco se va desvaneciendo de su memoria.
¿Cómo sueña si no es?
Era una licencia poética.
Oh.
Sólo recuerdo a este imbécil.
Estás insultando bastante.
¿Y a quién le importa? Mierda, puta, coño, concha de su madre. ¿Ves? El viento pasa.
Qué imbécil.
Yo, gracias.
No, a qué imbécil recuerdas.
Oh, a este muchacho. Era un poeta. Escribía, bah. Poesía. Pero eso no me despertó el menor interés. No era ni de cerca lo que pensaba de sí mismo.
¿Cómo sabes lo que pensaba de sí mismo?
Porque me lo dijo. Dijo que "Cambiaría al mundo con su poesía."
Puf, pobre ingenuo. ¿Habrá leído algo en su vida?
La verdad es que era bastante instruido. E inteligente. Pero era tan egoísta y narcisista...
¿Eso no es...?
A quién le importa, si es lo mismo era ambas cosas y las multiplicaba por diez. Pero, déjame hablar. Me acerqué porque en la última etapa de su vida, o eso él decía, estaba destrozado. Realmente, verlo desde fuera daba pena. No tenía empleo, vivía enfermo, y todas esas idioteces románticas que les pasan a los que se la buscan. Me acerqué para ayudarlo, de alguna forma. Creo que apreciaba su poesía. No, no era eso. Me daba curiosidad. Empezamos a tener más confianza y le dije que yo estaría para cuando me necesitara. Pero cada vez que hablábamos... Era un monólogo sobre su miseria. El nivel patético de autocompasión que tenía te daba en el nervio. Veías que sufría, pero su misma miseria te alejaba de él. Sí, era un ser patético. Muchos más se le acercaron, y como se le acercaron se alejaron. Creo que él tenía esa maldad inconsciente. La de dar pena y hacer que todos se compadecieran. Lo más triste es que realmente buscaba ayuda, pero su forma de pedirla era penosa. Sólo querías romperle la nariz y decirle que saliera un poco de sí mismo. Sí, eso. Era como un perro rabioso. Todos sentían pena por él, pero se daban cuenta de que no era confiable, sabían que habría que sacrificarlo en algún momento. Imbécil.
Un trueno distorsionó el sonido del mundo. Fue como un eructo del cielo, a punto de vomitar. Le siguieron varios, y luego algunos rayos destellaron mostrando el esqueleto de la bóveda celestial.
No entiendo a qué viene ese recuerdo, dijo. ¿Qué pasó con ese muchacho?
Le dije lo que pensaba de él en un mensaje. No lo tomó a bien. Como todo narcisista. Dijo que no lo entendía, que nadie lo hacía. Eso me enfureció más y le dije que tenía razón en sentirse miserable, porque lo era.
Habrá...
Su actitud cambió de pronto. Sí, era el perro rabioso. Mostró sus dientes y la baba blanca de su furia se derramó por toda la tierra. Pude hasta oír cómo su voz se convertía de un ladrido a un rugido prepotente. Lo sentía temblar como un enfermo terminal, pero el temblor que lo recorría era el de la furia de un sismo. Me contestó que tenía razón. Que yo tenía razón. Pero que no tenía en cuenta algo. Que él era más. Mucho más. Que iba a borrar el mundo de un plumazo. Que sería el último hombre sobre la tierra. Que la historia moriría recordándolo.
Ja ja, era todo un artista. En el peor sentido de la palabra.
Je, y en el peor sentido de la palabra humano. Pero una cosa me dejó preocupado, a pesar de todo.
¿Qué?
Trueno. Eructo. Bajo la tierra la sangre corrupta de la tierra latiendo y llenando las raíces de los cadavéricos árboles. Luz. Luz roja o negra. El cuerpo enfermo del mundo. A un paso. Respiración agitada del aire. Desaparición del agua y las formas. Las cucarachas como un ejército victorioso marchando sobre la derrota del hombre.
Luego de decirme eso, me dijo que todos caerían. Que todos, los que lo amaron, los que lo odiaron, caerían, caerían como moscas estúpidas. Como estrellas muertas. Todos caerán, me dijo.
¿Y?
Y que él sería quien lo escriba.  

17.3.15

Xer2#"fOL

Poesía. Muerte. Muerte. Riela. Noche. Animal. Junquillo. Grecia. Roja. Dios. Tiempo. Poesía. Muro. Cerrado. Cielo. Humo. Siega. Uno. Último. Hierve. Suicidio. Respuesta. Pregunta. Punto. Punto. Punto. Amor. Dónde. Roca. Universo. Ojo. Dentro. Nacimiento. Mirlo. Buey. Escalera. Roble. Lluvia. Asfalto. Flujo. Abadía. Sollozo. Campana. Círculo. Lienzo. Pestillo. Dedal. Gota. Sangre. Punto. Punto. Punto. Psiquiátrico. Molde. Suarda. Diente. Alegría. Festival. Nadie. Otro. Dolor. Fiebre. Seno. Lirio. Desespero. Día. Mal. Soso. Matadero. Palabra. Laberinto. Muerte. Poesía. Punto. Punto. Punto.

Morir es imposible

Veo el mundo pasar por la ventana que da a una pared:
No veo al mundo ni veo la ventana ni veo la pared:
Veo el círculo de la soledad, escucho el relato de un ángel viejo
abandonado en un psiquiátrico y golpeado por las enfermeras:
Desde mi círculo, que es como el de la soledad pero sin mí,
veo el paso del tiempo con sus patas de elefante,
aplastando caras y bienes y matrimonios y vestidos:
Veo lo silencioso que es el ruido de la verdad, lo enfermo que está,
padeciendo al costado de una cama sucia,
pues nadie la limpia, está enferma, nadie la limpia, está enferma:
Desde mi trono de vacío observo pasar al amor
y cómo oculta su rostro entre la piel y el recuerdo,
triste de ser interpretado por actores tan malos
en un teatro lleno de polvo y rutina y cielos tan humanos:
Veo lleno de ámbar el destino del trueno,
pasa, tormenta de héroes muertos, sus bocas llenas de alfalfa,
llenos de sí mismos y muertos, llenos y sí mismos como espantapájaros,
por los cuervos devorados, por la tierra atados,
héroes muertos, héroes, solos, latido del invierno:
Veo a Septiembre manchado de serbas, humillado,
pasar:
Veo a esas tristes personas menos tristes que yo caminando,
los labios estirados como ríos y las manos estériles
revoloteando como mariposas enfermas en la áurea indiferencia,
veo sus pobres intenciones y muertos asteres y muertos sauces,
y su paso triste como mi escritura:
Acaso te preguntas cómo ha ido a parar mi soledad al otro lado del muro,
y cómo si la pared me ciega puedo ver al mundo:
No tengo respuesta, pero te escucho y veo preguntando,
te veo existir porque puedes preguntar sobre el muro,
y veo el llanto definitivo:
Incluso las lágrimas están del otro lado, no mías,
lloradas por mí en los ojos que leen esta sentencia;
Incluso la muerte está del otro lado,
feliz de ejecutar al auditorio que contempla mi ausencia:
A veces la llamo,
cuando al melancolía entierra lirios y olor de otoño en mis tripas,
pero sonríe algo triste, y me dice que es imposible:
No puedo matar a alguien que no vive, suspira.

15.3.15

Paradoja del creador y la creada

Te he estado observando durante mucho tiempo. Te observaba con la intención de devorarlo todo sobre ti, pero en su lugar me absorbiste por completo. Me pregunto cómo me veías, a mí que estaba derrumbándome. 
Lo que me diste al borde de la desesperación... fue un tesoro precioso.
Aquellos gemelos que eran como la vida eterna... El pecado más grande es quitarle el nombre a otro. Te devolveré ese nombre, el nombre que te pertenece, te llamas Anna. Ya solo queda Tristeza. Tristeza... Tristeza... Tristeza...

Carta de amor de un monstruo; Monster, de Naoki Urasawa


Voy a encontrarte, a ti, que desaparecida
deambulas por las cuerdas del tiempo, comiendo
leones para salvar imperios, bebiendo el fuego de los estanques divergentes:
Tus manos de hiedra y cielo luciente,
latido de la música que riela sobre la espada del mundo:
Tú, que infinita entre las estatuas te corrompes
como un recuerdo atravesado por coronas de ónice,
estás detenida por mi deseo en cavernas imposibles,
en rosas degolladas, en cielos que son raíces de la tierra:
Perpetua e inamovible te hallas en la túnica del viento,
ese que se cierra sobre sí mismo y se enarbola
donde las luciérnagas lloran:
Estás lejos de ti misma por mi búsqueda,
no te encuentras porque yo te pierdo a cada segundo:
Pero aún inclinado sobre esta roca que me divide y sangra,
busco la certeza de tu carne o tu nervio,
la densidad de tu boca en la dimensión del olvido:
Desaparecido de mí y hambriento,
osamenta perdida, voz que se levanta sobre sí misma y silencia
al himno de la siega, hoz del bosque que revienta miserias,
deambulo, diserto, articulo, ardo:
Combustión de mí mismo por hallarte, a ti, que estás
parada entre las orquídeas y desconocida de mí por buscarte,
explotada de belleza y el céfiro musical de tu cuerpo:
Verdad del beso y su condena, martillo que moldea mi hueso;
Bella sobre la rosa eres la muerte y su hora:
A ti, bestia lumínica en el impulso primario de la tormenta,
voy a buscarte y verte el rostro para perder la vida,
voy a encontrarte,
a buscarte,
voy a crearte aunque me desvanezca,
aunque mientras vayas naciendo
escriba esto para desaparecer de mí,
para borrarme en tu existencia absoluta.

10.3.15

En lo profundo del error

Si un tren puede ir en reversa dios puede aprender a escribir:
Pero esto es un error de las espadas gramaticales,
de las cigarras violentas, de los cencerros sordos:
Esto es un error total y único, mitad ángel mitad perro,
un tropiezo galáctico de los dados que numeran al mundo:
Chacal de la raza, lobo de hiedras palpitantes, tormenta:
Todo juega alrededor de este mal paso,
de esta huella que olvida el tamaño del pie,
de esta sangre que se derrama para adentro de la herida:
Orbe definitivo, circula tu silencio en estos dedos rotos:
Haz que se callen,
que se callen,
que se callen:
Dedos rotos y animales, víboras de fuego y polvo,
retorciéndose equivocadamente sobre blanca página:
Si nosotros hemos aprendido a escribir
la poesía aún no lo sabe.

8.3.15

XYZ

Mi dolor es el dolor eterno, el de las masas informáticas:
El del sueño neurálgico, el del perro castrado, de los róseos vivíparos,
destrozados en el círculo de Hinamizawa:
Es la espiral de la bestia, el retorno del té a las cinco de la tarde,
del ayer, del té de ayer, del oxidado hombre hojalata:
Víbora sobre tornado,
escala como una fiebre los músculos de la memoria:
Los doblega, los atrofia, los reina:
Vivo sobre muertos, mi dolor es el del que refleja:
Yuxtaposición de poemas en una sola vida,
contradicción de vidas en la desesperación del poema:
Esto escrito, lo otro no, es el dolor del vivo,
del que espera con olvido y no con esperanza:
Escribo para sacármelo como a pulgas,
me desangro en la cara virgen de la página,
todo, dios mío, todo por quitarme esta peste llamada poesía:
Pero lector, arrastro esta piedra de palabras que me hunde:
Y usted es el estanque o el abismo.

3.3.15

Cómo existir

Lector, si usted es nada, atienda mis consejos:
Abra las puertas de sus espejos y deje entrar al reflejo,
luego relájese escuchando la ópera del trueno:
Mire alrededor y encuentre los jardines de sus cabellos
atados al círculo de las sombras:
Sobre las calles se derrama el semen del cielo,
amarillenta niebla olorosa que despierta a los muertos:
Hablan entre ellos, escuchará su rumor,
Newton se atragantó con la manzana, dicen,
está muerto: Su rostro es la gravedad de los días:
Yo soy la gravedad del tiempo:
Dígalo, cuando pase por el costado del almacén
que atiende una rosa sin espinas, una rosa existencial:
Se pregunta si herirá al sabio, muerto en la niebla,
habla también, lector, se ahoga de vida, retrocede en el viento:
Levante la tapa de los sesos y dibuje un sol,
y sepa que el sol es lo que se come la esperanza de la sombra,
que la esperanza de la sombra es la certeza del hombre,
que los grifos extintos no conocen el límite de la historia:
Todo es regreso a ninguna parte porque no hubo inicio:
Pregunte eso, desgarre la carne del sentido,
métase por los laberintos del fuego,
juegue con las cartas del tarot y gane en el ajedrez a Atenea:
Imperio sobre ruinas, idea sobre ocaso:
La noche se relaja al costado de un amante,
refleja el deseo de morir que tenías en ese puente,
y sin embargo te hizo regresar al muro donde el lamento es tu pañuelo:
Corra, en círculos no, que es eterno el infierno,
verticalmente hacia sí mismo y horizontal hacia el reflejo:
La teoría del tigre:
Depile las axilas del instante, consérvelo hermoso:
Adonis es un minuto o segundo, o es nada:
Usted es nada y aprende y se revuelca como un perro cuando la realidad lo llama:
Sobre todo, exístase, lector, disuelva su esencia en una copa,
derrame el sentido de las calderas y los relojes,
cómase todo el aserrín que el tiempo ha dejado como sobras:
Oiga el sonido de la noche:
Es un animal despierto, acecha, duerme, es un muerto y un santo,
es usted encerrado en su propia sangre, es el ídolo y el mártir,
es el taller de poesía donde se comieron las manos
pero se recolectaron los elogios:
Interrogue a la mesa ratona, al cenicero, a la ceniza, al diablo,
a todos esos segundos que le respondieron con arrugas:
Torture al espacio creado por la fuente de los profetas,
rómpale los dientes al universo, filosofe con la ausencia del mar,
agriete los cartílagos de las paredes, pierda el juego de dios,
enroscado como una serpiente herida sobre llanos pétreos
despierte el hambre del Calvario:
Pero vuelva al espejo, olvídelo, refleje la idea del destino:
Lector,
apenas sabrá decir
si ha existido antes de leer este poema:
Pero leído ahora yo existo.
Existo.
Ex.