Te he estado observando durante mucho tiempo. Te observaba con la intención de devorarlo todo sobre ti, pero en su lugar me absorbiste por completo. Me pregunto cómo me veías, a mí que estaba derrumbándome.
Lo que me diste al borde de la desesperación... fue un tesoro precioso.
Aquellos gemelos que eran como la vida eterna... El pecado más grande es quitarle el nombre a otro. Te devolveré ese nombre, el nombre que te pertenece, te llamas Anna. Ya solo queda Tristeza. Tristeza... Tristeza... Tristeza...
Lo que me diste al borde de la desesperación... fue un tesoro precioso.
Aquellos gemelos que eran como la vida eterna... El pecado más grande es quitarle el nombre a otro. Te devolveré ese nombre, el nombre que te pertenece, te llamas Anna. Ya solo queda Tristeza. Tristeza... Tristeza... Tristeza...
Carta de amor de un monstruo; Monster, de Naoki Urasawa
Voy a encontrarte, a ti, que desaparecida
deambulas por las cuerdas del tiempo, comiendo
leones para salvar imperios, bebiendo el fuego de los estanques divergentes:
Tus manos de hiedra y cielo luciente,
latido de la música que riela sobre la espada del mundo:
Tú, que infinita entre las estatuas te corrompes
como un recuerdo atravesado por coronas de ónice,
estás detenida por mi deseo en cavernas imposibles,
en rosas degolladas, en cielos que son raíces de la tierra:
Perpetua e inamovible te hallas en la túnica del viento,
ese que se cierra sobre sí mismo y se enarbola
donde las luciérnagas lloran:
Estás lejos de ti misma por mi búsqueda,
no te encuentras porque yo te pierdo a cada segundo:
Pero aún inclinado sobre esta roca que me divide y sangra,
busco la certeza de tu carne o tu nervio,
la densidad de tu boca en la dimensión del olvido:
Desaparecido de mí y hambriento,
osamenta perdida, voz que se levanta sobre sí misma y silencia
al himno de la siega, hoz del bosque que revienta miserias,
deambulo, diserto, articulo, ardo:
Combustión de mí mismo por hallarte, a ti, que estás
parada entre las orquídeas y desconocida de mí por buscarte,
explotada de belleza y el céfiro musical de tu cuerpo:
Verdad del beso y su condena, martillo que moldea mi hueso;
Bella sobre la rosa eres la muerte y su hora:
A ti, bestia lumínica en el impulso primario de la tormenta,
voy a buscarte y verte el rostro para perder la vida,
voy a encontrarte,
a buscarte,
voy a crearte aunque me desvanezca,
aunque mientras vayas naciendo
escriba esto para desaparecer de mí,
para borrarme en tu existencia absoluta.