Vinieron por perdón y algo de piernas,
pero fueron expulsados por la ira:
Nada de celos ni caballos ni edades,
aún todo será la medida del profeta:
Y si nadie pudo jamás detener el tiempo
fue por falta de presencia:
O la sombra en la garganta,
un yo ahogado en la garganta del ahogado:
Sin presumir se volvieron los dioses
con anillos de rodio y dientes de hombre:
Vida en la noche y la canción perdura,
colgaba del techo un cielo:
Del sangrado hubiese quedado la consciencia
si ella hubiera sabido que existía aún:
Dos hijos, al futuro lo que es del futuro,
dos padres, otra vez, y otra vez, dos muertes:
Y sin embargo se abren los dedos para vivir
aquella vieja historia que no pudo terminar la vida: