Esta poesía ya no sirve, hay que inventar una nueva forma, y si, tristemente, no se puede, lavarle un poco la cara, para que al verla por la mañana no parezca tan triste y vacía de sí misma. Su forma egoísta, su forma de objeto, su casualización, su forma de eco, su patética forma de querer revivir muertos, su anquilosada osamenta en los pasillos de gente arcaica que cree vivir en otra historia, en las cavernas donde van a parar hombres sin ideología: Si no hay nada que se pueda hacer para renovarla, hay que darle entonces un espejo, para que se horrorice de sí misma y desaparezca. Esto que escribo ya no sirve.