29.5.15

Ni uno más

Conocí a mis padres cuando se estaban muriendo
mientras hacían el amor:
No hay zona del cerebro que no se haya infectado con la idea del siglo nuevo como un parricidio invertido, no hay idea del siglo porque todos al despertar, cada día, a cada hora, vemos eso, nuestros padres muriendo mientras hacen el amor:
¿Cómo se complementan los dolores y los vicios de un siglo alcantarilla? Y recién ha nacido, viendo a sus padres...
Es el síndrome de este siglo, es el síndrome de los hijos de este siglo, partidos al medio por sus padres mitades de siglos pasados, una polarización de la importancia, la voluntad, la razón de ser, la voluntad de la razón, el ser de la voluntad, y todas esas teorías crafteadas en los salones de belleza de los in-telectuales:
Hay un agujero en mi poesía, o en mi estómago, como un balazo el hambre pasa, se queda, la bala que no sale, y me desangro sobre vírgenes páginas blancas, sin culpa ni pecado, violadas por mi accidente: ¿Accidente es existencia? ¿Es causa? ¿Pregunta es si se ignora? Yo sigo siendo cuando soy olvidado todas las noches por
este siglo que amanece triste todas las mañanas
porque la noche anterior vio a sus padres muriendo mientras hacían el amor.
Y nosotros, los hijos de los padres de los hijos de los abuelos sin padres, que levantamos murales con mensajes de una amenaza sosegada:

NI

UNO

MÁS

¿Oyeron eso, bestias del desierto, bestias que se ocultan en la oscuridad? Porque para acabar con al violencia (aquí me vuelvo maoísta) hay que llevar a cabo una violencia definitiva: "La última violencia". ¿Pero no es, acaso, la misma promesa que nos hacemos todas las noches, esa que permanece eterna porque se cree cumplida para nuestro gregario ego?

Hoy he juzgado, y este juicio es creador de conciencia. El ser humano, para seguir existiendo, se necesita como juez de los acontecimientos, cuando él mismo es un error de la naturaleza, y la naturaleza es un error del caos:

Eludo luego existo. Yo, en cambio, propongo la desaparición de la conciencia humana: Ni uno más

 ¿Pero qué es el humano, al final del cuento?

He aquí la paradoja de una pregunta que no sabe que existe.
Existir es violencia.

La humanidad cae como la guillotina sobre la gran conciencia del siglo, pero... ¿Cuál de los dos es el condenado?