Quizá me haya vuelto loco, entre tanta fibra y cromosoma errado,
quizá vaya a la inversa de la locura, que es el dilema exterior:
Habré nacido sin alma, dejado a la sangre,
me habrán puesto el alma mientras me amamantaban:
Mi madre era una ballena austral,
mi padre un caballo de guerra:
Ambos se escaparon cuando incendié la casa:
Ella se muere por petróleo,
él se muere por balazos:
Sabe nadie los caminos que tomarán:
Seguirán trayendo con sus espermas y sus óvulos
hijos destrozados al mundo,
sólo para olvidar que son miserables:
Pero estas son conjeturas mías, ahora solo,
sentado en el trono de cenizas que alguna vez fue mi hogar,
dictando el destino de todas las sombras
que bajo mis pies se extienden:
La única rebelde es la mía propia,
que se erige desafiante sobre un león de hierro,
y blandiendo una espada de fuego me mira:
¿Cuál es tu nombre, insurrecta sombra mía?