Largos días han pasado, mi amor:
Si la historia hablara de las monedas, o las naranjas:
Como la arcilla, como algo hecho de arcilla, te deshiciste:
Suspiro, corte:
Somos cognados,
derivamos de una misma palabra ancestral,
al igual que los genes homólogos
derivan de un gen ancestral común:
Tu espada yace como una sombra sobre un pedazo de luz:
Luz que una vieja vela mía sostiene,
con más miedo que cuidado,
porque es mi única luz:
En este cuarto donde no llegan los núcleos de hidrógeno,
los protones y los electrones no se oponen:
Como nosotros bajo esa parra olorosa a muerte:
Que nos encontramos y nos dolimos,
y fluimos sin ciencia y por eso no llegamos a ninguna parte:
Es decir, fuimos humanos:
Vanos cuerpos que se amaron:
¿Cómo pretender, si existes en un nanosegundo?
Dos, tres como mucho:
Tus huesos, esos fósiles que guardo bajo llave,
cloquean de noche el nombre de Dánae:
¿Esa inútil ilusión aún te da caza más allá de la muerte?
¿Jamás estarás en paz?
Por eso los abrazo de cuando en cuando,
como los días en la tierra en que, amado,
vivías dentro mío, adentro de mi presencia:
El año que corre te será indiferente,
y yo ya no tengo cuerpo humano:
Mis recuerdos y mi conciencia permanecen
en una esfera inflada, parte de un multi-verso:
Muchos habitan aquí, pero sólo yo te recuerdo:
Tu espada y la vela y tus huesos son proyecciones constantes:
Pero me amaste,
en un piso de cemento frío,
con la sangre de la gorgona entre las manos,
me amaste como nadie nunca:
Por ello te recreo constantemente,
en esta ilusión llamada amor o duelo,
y me doy cuenta de que soy egoísta,
ya que al recordarte te obligo a repetir la historia,
tus dolores y caídas, la gloria perdida:
Perseo, mi amado,
vacíame de conciencia:
Existo a través de los años y de universos innombrados,
y tu mano tibia sostiene la mía,
mano que es mano sólo cuando tú eres recordado:
Hora de partir hacia el núcleo,
donde todas las conciencias seremos una:
¿Oíste, amado?
Todos seremos uno,
todos te recordaremos
inifinitamente
hasta hacerte existir nuevamente:
Y nacido maldecirás al mundo nuevo,
y a mí especialmente, mi amado,
por darte amor en una vida que no te corresponde:
Pero entonces, ¿Quién eres?