Lector, usted no sabe lo que es la poesía:
Arrojada en milésimas de segundos, en lustros doblados,
fuerza a la propia voz a callarse, a besar lo vacío:
Quiméricas guerras donde todo muere o todo nace,
gallineros de opaco oro sobre restos de paja húmeda:
Lector, la palabra es lo que usted desconoce:
Lo es todo, y sin embargo los salvajes en la montaña
de roca en roca se existen a sí mismos, a pesar de ella:
Hay suicidios de profetas en las tierras infértiles,
pues allí no vive la semilla del olvido, no prospera,
es el remordimiento el dueño de cada hectárea, cada lluvia,
y poco a poco van creciendo las conciencias,
y los animales se ven desvestidos y se arrojan al lago de la vergüenza:
Libre de cadenas pero no de vida, la poesía grita:
Más nadie entiende el suplicio, en esa hoguera circular
donde los hombres montan el fuego con lágrimas:
Tan solo festejan la luz y el calor, el olor del cuerpo quemado:
Saben que allí ha terminado la palabra, y de ella sólo queda el eco:
Quizá sospeche lector, quizá, qué es la poesía:
Todo lo que usted desconoce,
de lo cual apenas le llega ese eco lejano,
retumbando en las manos ahuecadas y silenciosas,
sonando en el los rincones que la memoria olvida.