A decir verdad, estoy escribiendo sin escribir,
cortado por polaroids aceleradas de épocas borrachas:
cortado por la vena del río, por el humo de la carne,
zigzagueado por las cruces de las montañas y los carnavales fríos,
mirando una ventana que se me abre para adentro,
fumando un óxido que me sale de las uñas,
afirmando que todo es lo que consume a su paso:
Todo lo consumido es lo que era en reversa:
Hay una claridad que me arde en el sueño,
una musa congelada y abierta como un ojo,
un reptil sin cabeza con aros de estalactita,
una rueda de rabia que me come los dedos:
Hay esta casa que se me cae de la cabeza,
y hay letras que se juntan como lombrices,
hay perros chillando y niebla, trueno abandonado,
hay orificios de entrada sin salida, salida sin salida,
escape hacia tu cara rota,
a tu sangre:
Hay reyes de rodillas mascando coca, liberando libres,
esclavizando la idea y su imagen
en piedra o mármol, en óleo, en barro, y hay esta mentira
de reventarse los dedos contra lo blanco
y creer que es la carne,
creer que es lo que existe.