Siempre hay una pared donde uno quiere poner los ojos:
Como un cine, una bestia de Bergman, un reloj de Tarkovsky,
como eso que se mira y no se olvida, pero no se recuerda:
Hay leche de cabra para
los cachorros de la realidad:
Donde hay una pared siempre hay ojos queriendo saltarla:
Hoy es la filosofía del supremo,
las mujeres prefieren a los primates,
y los hombres prefieren a las ciegas:
Es la gran verdad de este siglo,
la que no hay, la que se atraganta de artistas, de egos,
de intentos suicidas por revelarla
cuando no es más que una mancha de semen en las sábanas,
o el vómito de un hijo enfermo:
Siempre la rueda en la pared en los ojos:
El clima, que, como el cuerpo, redunda en lo posible,
creyendo que lo imposible es consecuencia:
Y acá nos tenemos a todos,
alejados del yo pero rodeados del otro,
y es una pared de ojos
que nos cerca el camino,
y hace de la realidad nuestro circo santo:
Olvidemos, caminemos juntos hacia los osarios,
que nos esperan sonrientes:
La pared se rompe en el instante,
el instante de la duda:
Sus ladrillos son nuestras certezas.