19.8.14

Día III

Hoy es un día de otro día, sobrepuesto sobre sí mismo,
alejado de sí mismo y del reloj de dios:
Se huele en la calle a los perros muertos y a los gatos en celo,
caen en manada los ángeles de fuego, desnudos,
cubriendo con su desnudez de fuego el asfalto:
Los hombres pasan como los minutos o los segundos,
y se atragantan con su rutina de sombra:
Su sombra se los traga para verlos ya bronce:
Aire y vapor, en el dolor encarnizado de amarse,
palpitan entre las costillas de la tierra, su sangre
vuelca hacia el paralelo del tiempo:
No hay tiempo ni migajas, hay panes secos y relojes secos,
hay mujeres con el destino entre las piernas,
hijos con el destino entre el olvido:
Abre la boca el horizonte y se va tragando la presencia,
cierra el sentido en una línea, lee a los muertos:
Usted, lector, sabrá leer, sabrá de la poesía
en una mujer consumida por la belleza
o en un hombre crucificado en cada suspiro:
La habrá sentido latir donde están enterrados los reyes de piedra,
donde los leones se comen las barajas,
en los espantapájaros vivos de los campos de estalactita:
Pero hoy es bella, y lejana le debe una vida:
Yo creo verla alejarse hacia los osarios, pero me engaño:
Es esta sombra que me sigue,
sin luz ni muerte:
Hoy es hoy en otro día,
y el humo de esta poesía llena la boca,
esa boca olvidada en un día como hoy,
que fue boca en otra boca,
poesía en otra poesía.

Sin la muerte regresan las palabras.