El viento me parte la cara,
y me doblo para juntarla
pero el viento se la lleva.
La calle, llena de agujas y larvas,
se abre las heridas con mis huellas,
o son huellas mis heridas:
Y los lagos, los lagos,
bella sirena de ojos cuadrados,
donde cual sol te posas para morir con el día,
se agregan los unos a los otros,
para negarse,
como hacen algunos amantes
en las noches de neón:
La calle, los lagos, círculos
en la procesión de nuestros niños,
en las cruces circulares de nuestros amados,
violines de rabia en al boca del cielo
abren
toda imposibilidad a la tierra:
Hadas con gripe nos recorren
como recorremos las calles:
Y somos dejados en los pasos,
y cae el viento como una luna muerta,
y nos parte la vida,
y nos doblegamos para juntarla
de la calle,
pero el viento se la pone,
y es nuestra su sonrisa,
sin nosotros,
en la calle sin nosotros nuestras huellas.