29.10.14

Oh, mundo

Lejos de la conciencia hay un sol dormido,
cerca del animal hay sangre:
Dádivas y Quintos y Vasílievichs muerden la soga:
Esta es nuestra historia contada por nadie,
el cerdo de las margaritas espera solo al mediodía,
dios se balancea en la cuna de los cerros:
Y no hay un dedo que trace el sentido,
hay un sentido que traza al dedo
y lo deja morado, hinchado de un propósito inútil:
Duele el fuego cuando se apaga,
aquí, yerba de agua, agua sembrada
en la boca del invierno:
Atraviesa como un buey la llanura
la muchacha de los rizos dorados
por la que los granjeros sacrificaban sus miedos:
Un beso, un guiño,
y todos hubieran muerto sobre los telares negros:
Pero después de la conciencia hay bestias de hierro,
vestidas de milagro, embarazadas de angustia:
Beso la tierra, que lee, la miro,
consciente de sus líneas rojas, su muerte palpitante:
feliz con la belleza
de tener el mundo destruido entre mis manos.