Hay a la
madrugada un fuego
que me quema la
madera del ojo,
que me ceniza los
recuerdos,
que fuga el
aire de la sombra,
sombra que está
sola a pesar mío:
Hay a la
madrugada un fuego
que se
despierta para quemarme:
Yo intento
apagarlo desesperado siempre:
pero las
palabras no son tierra ni agua,
y escribo agua
o tierra
mientras me incendio.