Tenía una voz propia, y la vacié por el tiro de las chimeneas:
Porque el invierno fue duro, y mis dientes no dormían,
y la electricidad se hallaba obtusa en el pueblo:
por el cobre corría nuestra sangre:
-De quiénes.
-Yo, y todos los hombres que se unieron al circo:
-Nunca dices mujer.
-Nunca digo lo que no puede decirse.
Esa es su sombra, nuestra, la de dios,
la persigue enfrentado a su propia inexistencia:
"Si tuviera una sombra", piensa:
Y bajo la lluvia se deshace en un llanto bastante patético:
En el pueblo sin luz la oscuridad es hogar:
En mi cuerpo sin voz la luz es oscuridad:
En mi voz sin oscuridad la oscuridad es cuerpo:
Bajo tierra una joven poeta creó el fuego:
Si hemos de perder todo, que el silencio nos encuentre invertidos,
dijo.