28.1.14

El segundo lamento de don Calvo

Pensando en Friedrich, Robert, Edgar, Vladimir,
la chimenea arrulla el fuego para que muera,
viendo mis dedos mortales caminar las páginas
de la ceniza, la ceniza de los días, mis dedos,
asumo racionalmente que el momento es único,
pero es repetible en cuanto lo olvidamos: no es:
Pensando en ustedes, en nosotros, creo en la cobardía,
que es otro espejo ilusorio de nuestra conciencia,
toda el agua no pasa por la garganta,
toda la tierra no cabe en las manos,
toda la humanidad no nace en el tiempo:
Ellos lo supieron, los pienso, y soy el sol sobre Herisau
o las pesadas piedras a orillas del Neckar:
Nosotros los miramos tras escaparates mundanos
y caminamos nuestra no vida sin riesgo,
nuestra poesía llena de vanidades

                                                  -El vacío me cierra la mano

El lamento de don Calvo

Ah, la mañana revuelta como sus cabellos,
rojos de amor y odio, algo de asco (el té ha hablado):
Sol por los huesos, amargo despertar en la nada,
la nada abriendo las cortinas de toile, el mundo en un bostezo,
mirarla es contemplar la carne del pasado,
en su rostro está la historia de los hombres rotos:
De piedra azul, migración de palabras, soledad:
Ah, mañana sin ella con ella ahogada (el mar en la boca)
fluido del ser en el aire, conciencia del tiempo/¿dónde?:
En el aroma que desprende la tierra, ácido, viejo,
allí el tiempo nos despide a todos y se prepara su hipogeo:
Ah, yo soy el lamento del tiempo, su angustia y llanto,
una lágrima que el tiempo dejó caer en descuido:
Y la mañana se borra tras las estatuas, y ella clama por mí:
Bajo el horno del oeste la materia se disgrega en protesta,
el yo no es en el otro

y los otros no sacrifican al tiempo.

25.1.14

El amigo/el dios muerto

Mi amigo ha muerto/dios vive
el afuera lo mató/el mundo arde
papá lo enterró/el castigo retumba
en una tierra olvidada/el cielo bajó
había fuegos fatuos/los muertos recuerdan
y flores olorosas a olvido/los muertos perdonan
el barro rugía en mí/la tierra tiene hambre
era un niño o un dios/Yahveh renuncia en mí
y me amaba como a los campos/la luz se traga a sí misma
Sólo él supo llorar conmigo/Es el que es, era y ha de venir
Sin reinar en libros de libro/La iglesia rompe el campanario
Supo ser hombre o niño/Los días se comen a dios
Y crecer a mi lado como la hierba/La hora de la vida
Pero ahora él ha muerto/La hora del olvido

Y yo escribo bajo la tierra/dios muere

El pueblo

Cuántas sangres han pasado por esta casa:
ahogados en las grietas de la indiferencia
todos han huido, todos, sin sangre, pálidos,
(hija de salvaje, lila, violeta, ahí estás, huye)
El sur, contingente, se presta al recuerdo,
caja torácica de la historia, sol de piedra tallada,
(hijo de norteño, une las gavillas, deja el trigo, ven)
Somos los recordados, el llanto de la historia,
águilas como fucilazos, así bajamos al recuerdo,
en la evocación misma nos formamos como dioses de barro,
en los libros de la ira nos escribimos con gritos y dientes,
en las rampantes estatuas somos las fisuras infinitas:
(Y los que han huido, ¿Por qué huyen)
Saben que mejor es ser
 del olvido, pues la sangre
recuerda sólo

a los que la han derramado.

21.1.14

El miedo

Soy de vértebras contadas, hijo de nadie, patriarca vacío:
El pasado se rompe en sílabas, como la cólera, como dios:
¿Cuántas veces se rompe dios? ¿El miedo lo doblega?
Hay zarza en los ojos, pestañas de fuego, ojo por diente,
de dientes caídos viene el miedo, de ahogo en los rieles,
miedo que viene, hay sangre en la saliva, beso de miedo,
beso de dios, beso partido:
Ah, lira romana, sacro viento de los altísimos, arrasa:
Come (ven) este pueblo que soy, con sus casas consumidas,
su atalaya fantasma, su muscínea en los escaparates,
arrasa, miedo, dios, céfiro, gloria de antes, tigre nonato,
desaparece estos dedos arrugados,
riela en el cielo árido de estos ojos,
fulmina el polvo de estás palabras:
Nace como el día, como yo una vez,
sé criado entre mis costillas,
crece y alimenta toda mi fiebre:
madura hasta la muerte:

vive por miedo a la vida.

15.1.14

El insomnio revertido

Hay un ojo que se abre cuando se abre
el insomnio: Puerta de meteoro en reversa:
Eres entonces oscura, como el ascenso de la tristeza,
rompes gargantillas frenéticas que te circulan,
los dedos prosperando, hedera que ahoga el cielo,
inflorescencia de rabia que muerde el silencio:
/Es la vida que se arranca, es ella, otra enemiga nuestra,
sin sus ataderos la muerte nos tendría libres,
retozando en ejidos vetustos, jugando a ser impropios:
Y el ojo abierto va quebrando el espacio,
y hay de repente grietas en el polvo o el aire,
y se ven juglares de la memoria en la sangre,
y todos los ojos están cerrados ante la apertura final:
Bella, y te debo aún palabras:
Hay circos cruzando la sonrisa, una selva de repente:
imaginada como tu sonrisa se reescribe mi cara
pues es espejo el ojo,

y yo noche en el insomnio. 

10.1.14

Nada, Nadie

¿Quién soy yo que no soy nadie?
¿A quién le hablo, sin mí, sin nadie?
Es fluido griego el de la conciencia, es nada,
pasado, pobre hoja quemada en la hierba, 
hierba atada al destino de los hombres:
¿Y cuál somos? ¿Quién sale o entra a la caverna?
Busca en tu boca, mina inmortal, tu cabeza de altozano,
rasca las columnas que te quedan bajo los dedos,
destierra a los olímpicos que te muerden la memoria:
Lo que yace está yermo, la cultura ahí duerme:
Yo, nadie entre nadie, regreso al vientre de tu sombra,
y sin saber quién, pero aún te amo:
¿Quién eres tú que no eres nadie?

“Me confundiste con tu sombra”, compasivo me responde. 

7.1.14

Lo quemado

Es el pasado que se amontona en tu boca
como abejas enfermas de polen, como mares muertos:
es lo que se ha quemado en tus manos, crisol,
cenizas de hombres, huesos de ideas, pozos:
Criado un vergel al costado de mis preguntas,
criando en ellas locura u olvido, pero no:
Tañe campana de ayer, cuando la hora rósea,
 el sonido ese es mi grito cerrado en tus dientes,
cielo que baja impío, surge la duda, fiera de circo:
Tiemblo, como respuesta sin pregunta tiemblo,
como gala en un lugar equivocado, cueva de hombres:
El pasado, luna con óxido en el vientre,
espanto de las manos sobre el trueno, gracia total:
Pasado es el insulto del futuro,
el futuro el pasado del presente:

Lo quemado vuelve,
y en esta noche quemada de tristeza me busco,
en tu cara cerrada, tus manos de agrura,
y es en ti el pasado esto que me define

o me borra.

6.1.14

Al fondo de nada

Si hay temblor es porque lo firme tiene miedo,
de los pies, de la tierra, de las hojas muertas,
de lo que se monta en él:
 suelo de preguntas,
tiemblas porque te preguntamos,
porque volvemos a ti con cada pregunta,
y tu miedo no es más que la ausencia de la muerte,
nuestra presencia de sombra herida,
nuestros pedazos aquí y allá,
juntados sobre ti porque nadie supo
qué contestarnos.

Baja la lluvia, selvas rojas elevan el pecho,
y hay un grito profundo que nadie oye:
En lo profundo todo se ha perdido a sí mismo,
sólo por ir más adentro.

3.1.14

Criadora del fuego

Irracional, diosa fascinada que asciendes siempre,
has arrasado con nosotros:
Esperábamos la pulpa del trueno y su jugo,
rodeando los toneles de vino mareábamos el amor,
las piernas se nos hacían astillas o granizo,
y no importaba ya ese dolor en el pecho,
y el espejismo de decir lo oxidado:
Dominaste al fuego, rugido de mariposa:
oh, el silencio y la ceniza, amantes de ghetto,
fisuras de lo olvidado:
y tus grietas acabaron en mi cara,
tu contacto de horno imaginado, tu látigo de dientes:
domaste, criaste al fuego ese que te asustaba,
ese que en el agua de la ausencia
te consumía la sed con otra garganta,
sed inextinguible por ausente, dolor de piedra,
piedra sin cuerpo, cuerpo sin estaciones:
Y llegaste elevada y única, portento en llamas:
Así aniquilaste mis fuentes y mares,
que en una fuga revertida escapaban hacia mí de mí,
por morirse, evaporarse, en la demencia de tu rostro,
ira del sol transfigurada en tu belleza:  

Todo está vencido en el dominio de tu fuego.

2.1.14

La mano

Abro una mano y veo en ella letras, cifras, grados,
todo, lo cruzado y análogo, el tigre y la hiedra, fin:
Es esa palma la carta abierta que escribí al mundo,
trozado en mí mismo, abierto en estacas,
subido al lomo de un fuego vacío:
Mano que, olvidada en escombros de caricias,
fue madre de la lágrima, la contuvo, la volvió a su útero,
para que yo pariera otra vez hijas gotas, saladas,
hijas para que mueran vírgenes en mi boca:
Escollo de lo innombrable, clara sombra ebúrnea,
papiro ahogado donde yace el mandamiento inútil,
mano eres, triste carne viva que de otra piel nace:
fuera la vida que asoma de mi pecho mujer o isla,
tierra o carne donde ahogar mi mano,
fuego donde carbonizarla, hacerla de olvido negro,
sediento juego de uñas; mano, conoces otras pieles,
y hay una que te sacaba los huesos para afuera por habitarla,
y en otra destrucción te formó mía,
de mis extremidades como sombras caídas,
muertos alrededor de la luz de otro cuerpo:

 Abierta la mano cuenta eternidades, inflama ideas:
Baja el vino, lloro sin ojos, una foto de otro tiempo,
y la belleza clama por sangre en el olvido:
Pero tú no estás más viva por recordarte, y te llamo:
           Así cierro la mano, despacio, entras como una noche-
                                                          este poema desaparece.