¿Quién soy yo que no soy nadie?
¿A quién le hablo, sin mí, sin
nadie?
Es fluido griego el de la
conciencia, es nada,
pasado, pobre hoja quemada en la
hierba,
hierba atada al destino de los
hombres:
¿Y cuál somos? ¿Quién sale o entra
a la caverna?
Busca en tu boca, mina inmortal, tu
cabeza de altozano,
rasca las columnas que te quedan
bajo los dedos,
destierra a los olímpicos que te
muerden la memoria:
Lo que yace está yermo, la cultura
ahí duerme:
Yo, nadie entre nadie, regreso al
vientre de tu sombra,
y sin saber quién, pero aún te amo:
¿Quién eres tú que no eres nadie?
“Me confundiste con tu sombra”, compasivo
me responde.