Nena, como el borracho
al que el vino le derramó la cara
me derramo como densa leche, niebla entera,
entre las piernas de suburbios abandonados,
en los pelos de cuerdas rotas,
de saxos tapados con el pelo de la vejez:
Grita una bemol paralela, una negra rota,
giro los dedos como el tambor de un .44, martillo,
vuelo como el gato rojo sobre el metal furioso:
Nena, me vuelvo llanto,
como el día que hace luto y es la noche:
Vibraciones me recorre, hierven mi espina azul,
batallan mi asedio etílico, de agujas, del olvidado
en los callejones del tiempo:
Ciudad tóxica, que pende del borde del cigarrillo,
ciudad que se te cae de la boca, nena,
y está marcada no por tu rouge sino por la ausencia de tu boca,
camino bermejo, crujiente, rodado:
Pienso irme a la ruta, nena, cabalgar la serpiente de vapor y brea,
pero soy renuncia, y ruedo sobre un blues hasta mí:
Nena, no puedo estar ahí, donde tu sombra hace historia:
De dos no se hace uno, uno se destruye por dos:
Me regreso al vórtice de mi libertad ahumada,
porque mi realidad está totalmente fuera de mí, nena,
así sólo soy libre cuando no soy:
Como el pájaro es más libre dentro de la jaula,
porque la jaula de afuera es demasiado extensa, nena.