23.4.14

Nuestros días se terminaron

Lo recuerdo ahora, lector, de noche y sin dedos:
Había ginebra bailando en sus ojos de borracho iluminado,
y un recuerdo oloroso de la feria en sus arrugas:
Y se fue,
y recuerdo que había un perro que comía hojas,
harto no de la carne sino de lo rojo,
y daba vueltas alrededor de la tierra,
oscureciendo a veces su simetría de madre triste:
Y una madre, recuerdo, muerta en la sopa
que ella misma sirvió en cazuelas de barro,
apretando las tetas para sacar el caldo:
Había un cristo violeta sobre hielo de papel,
abandonado, aguijoneado por las lanzas
de los niños que salían del colegio Sagrado Corazón
a las cinco de la tarde y algunas estaciones:
Recuerdo el dolor en la retina, viéndote eterna:
Belleza, hojas te temblaban en la alegría,
y pasabas los labios como lágrimas por mi cara:
Tu certeza era la del río,
que nunca pasa ni llega, que siempre es río:
Pero recuerdo tus raíces yendo a gris
en una montaña de fotos donde sonreían las cenizas:
 En el pensamiento todo se ve perfecto:
 Recuperación de la idea y pérdida de la palabra:
 En el arte todo se ve exagerado:
Recuperación de la palabra y pérdida del presente:
En la vida todo se ve vivo:
Pérdida de la palabra y recuperación del olvido:
Hay cielo y círculo, azufre en las uñas,
cierto temor a la conciencia y conciencia de la duda:
Hay fuego que viene y se come el almuerzo,
hay fuego que viene y es lo que incendia:
Capricho de señorita, bajo estatuas al mediodía:
Lo realmente vivo me abandona
y el dolor de la piedra se me ata al hueso:
Nudo de la palabra, fin de la acción,
principio de lo relativo:
Pero no hay nada ya, todo bajo el cielo se duerme:
Ya ni recuerdo que termino:
Lector, le pido algo:
Es usted consciente de que nuestros días se terminaron:
Le pido que al terminar, queme esta hoja
y sea usted el último poema que viva.