6.12.13

Recordados

Ahogo la cabeza de sur y clima sin brújula,
la rebajo al recuerdo, donde la soledad brinda por sí misma,
y te hablo, de lejos, de tan lejos que no existo:
“Mi sierva, mi poseedora, tú hecha de frutas y abalorios,
hechos de ti, de tu hueso o grasa, de tu pestaña izquierda,
observa, ven un momento, contempla cómo se erige el día
y va burlándose de todos los sueños con la rutina:
Así estabas cuando te encontré tan alejada de ti
que tu sombra preguntaba cómo se llamaba:
Así, cuando se te cayó una moneda al pozo invisible,
levanté tu deseo del suelo y lo acomodé en tu mano.”
Pero hablo a la madera, y asoma una araña y pregunta la hora:
Le digo que sólo recuerdo, y que la hora es la primera que fue,
ahora y desde siempre, y sabe a tisana de ruda el paso del tiempo:
Ahora que estoy solo, y me voy muriendo a medias,
es apenas el recuerdo que se teje en las telarañas:
Nada en esta casa me devolverá a ella:


 “Pero eras tan bella que… No puedo, se me caen las palabras
y se parten en el piso. Alguien sabrá recogerlas y repararlas:
Vamos, tú, yo, a ninguna parte, que ir hacia el norte o este
siempre le pierde el tiempo al amor y te envejece las hebillas,
y de tu pelo caen flores secas y hojas muertas si pasa el tiempo:
Pero todavía las recogeré y te llamaré en silencio:
Vamos a los sueños, que es donde tu piel está viva siempre.”
Y no hay después, nunca, y hay olor a eucaliptos y manzanilla,
y los dedos se me retoban como animales rabiosos, y no soy yo:
E intento terminar de decir la mentira que la nostalgia me dicta,
pero sin mí no puedo más que ser el recuerdo, y existes,
y existo, porque en el recuerdo tú, antigua, bella y amada,

me recordabas.