3.12.13

Primavera romana

Los vi de día o noche, interposición de formas, 
al dormir se les confundía la vigilia y los ojos les hervían,
y se amaban tanto:
Eran ellos dos más piedras más rizos más cielo vacío,
uno venía de las minas, el mineral había fecundado a su madre,
el carbón y la bauxita lo educaron,
el otro venía de las montañas, la nieve fue el esperma,
los ríos el útero, la sed el óvulo:
Dos hombres alegóricos de tanto amarse, 
dos plazas cubiertas de niños olvidados, 
dos tardes de lluvia sin asfalto ni melancolía,
dos bestias matándose de amor en la espesura:
Se les perdían los abalorios y los trastos de pura fiebre,
se les perdía lo dispensable en el recuerdo de la música:
Amados por la certeza de la muerte y la indiferencia de la vida,
apuraron el vino en los cálices de los ojos,
se bebieron el uno al otro secando todos los viñedos,
fueron fermentándose en la carne de las espigas,
se alumbraron en el lampadario de un sol reventado,
eran una furia de soledad bifronte:
Se amaron tanto que desaparecieron de las ideas,
y se perdieron en el laberinto de lo imposible:


Recuerdo, por Marte, haberlos visto una mañana rósea,
una de esas que la primavera tornaba en capullos:
Yo me amargaba en el vórtice de una copa harta de hidromiel,
y contemplaba su miseria como en un espejo:
Cuando los vi alejarse tan propios de sí mismos,
deseé haber sido uno de ellos,
y padecer la vida que yo no había vivido:

Y el libro, como siempre, cae al sur de la fantasía,
sangrado del arrebol bajo los prisioneros y las cadenas:
Todos los titanes de pie para homenajearlos:
algo que solo esos dos hombres conocerán en la sombra del patíbulo.