Los vi de día o
noche, interposición de formas,
al dormir se
les confundía la vigilia y los ojos les hervían,
y se amaban
tanto:
Eran ellos dos
más piedras más rizos más cielo vacío,
uno venía de
las minas, el mineral había fecundado a su madre,
el carbón y la
bauxita lo educaron,
el otro venía
de las montañas, la nieve fue el esperma,
los ríos el
útero, la sed el óvulo:
Dos hombres
alegóricos de tanto amarse,
dos plazas
cubiertas de niños olvidados,
dos tardes de
lluvia sin asfalto ni melancolía,
dos bestias
matándose de amor en la espesura:
Se les perdían
los abalorios y los trastos de pura fiebre,
se les perdía
lo dispensable en el recuerdo de la música:
Amados por la
certeza de la muerte y la indiferencia de la vida,
apuraron el
vino en los cálices de los ojos,
se bebieron el
uno al otro secando todos los viñedos,
fueron
fermentándose en la carne de las espigas,
se alumbraron
en el lampadario de un sol reventado,
eran una furia
de soledad bifronte:
Se amaron tanto
que desaparecieron de las ideas,
y se perdieron
en el laberinto de lo imposible:
Recuerdo, por Marte, haberlos visto una mañana rósea,
una de esas que
la primavera tornaba en capullos:
Yo me amargaba
en el vórtice de una copa harta de hidromiel,
y contemplaba
su miseria como en un espejo:
Cuando los vi
alejarse tan propios de sí mismos,
deseé haber
sido uno de ellos,
y padecer la
vida que yo no había vivido:
Y el libro,
como siempre, cae al sur de la fantasía,
sangrado del
arrebol bajo los prisioneros y las cadenas:
Todos los titanes
de pie para homenajearlos:
algo que solo
esos dos hombres conocerán en la sombra del patíbulo.