Tan hablado el año que Margarita se quedó con la lengua seca
y la tía, que era sacerdotisa en los panteones, fumaba toda palabra,
y al exhalar dibujaba una fuerza amorfa, una fuerza de caballos sin destino,
yo veía a la familia correr tras los regalos y arrodillarse ante el último ángel,
y escupir vino y recuerdo,
mi abuela le escupió la borrachera del año pasado a mi padre,
"Estos días son todos un día", exclamó el patriarca,
"Ese día es todos estos días", y bajando la cabeza se colocó en la guillotina:
A la hora de brindar nadie tenía una copa en la mano,
pero todos elevaban la conciencia y la añoranza,
y las chocaban violentamente entre sí, algunas se rompían,
un nuevo año, algunas conciencias se rompían realmente,
mi tío Mauro perdió la suya en otro orden,
y se voló la cabeza con los dedos cargados:
El resto de nosotros éramos de nada momentáneamente,
a eso le llamaba tía Rita "conciencia de la muerte",
pero todos la tomaban por loca, y ella vivía sobre una montaña en Los Alpes:
Hubo fuegos de colores,
hubo risas y llantos,
hubo bailes y canciones y besos:
Yo me puse a buscar solo, desesperado:
Nadie se había dado cuenta de que habíamos perdido un año.