6.2.15

Un poeta moderno

I

Hoy vivo en un baldío del olvido,
un borracho deambula por la casa cazando moscas,
y yo contemplo la ventana:
Contemplo más allá, un baldío donde ha sido parida la soledad:
Esto que escribo es un pedazo de mi existencia,
que confundida se ha mimetizado
con el vacío de la página en blanco.

II

Tiempo y días, el hombre y su olvido,
como una pasta densa que se mastica:
Afuera todo duele:
El sermón del viento rebotando en los alambres,
el ahogado silencio estival en los ficus,
la baba que la rutina deja a su paso,
el llanto de las piedras y el nombre de los pájaros:
Y he aquí un hombre que contempla su propia muerte:
Decidido a resolver el conflicto de su homicidio,
pasa hojas y horas, pensante sobre la marca
del reloj que tiende a condensar las preguntas,
y cree en un laberinto de esperanza estar cerca del homicida:
Pero miremos a este hombre más de cerca:
¿Era él el que yacía muerto en el piso
o era su sombra?

III

Un hombre devoró todo la tierra
sólo para devolverla
sólo para vaciarla
y llenarla con su existencia.

IV

No hay forma, dijo el hombre.
¿De qué?, preguntó el otro.
La poesía, lo que hemos hecho, le hemos dado un cuerpo
y hasta una conciencia. Le dimos empleo, la bañamos,
le dimos de comer el significado de nuestras comidas.
Le dimos hijos, nietos, un pasado.
Eso es cosa de hombres, suspiró el otro. La poesía es lo que debería haber sido
cuando no se la piensa ni escribe.
¿Es esto lo que hemos hecho? ¿Nuestro mayor pecado?, lloró el hombre.
No, lo peor que hemos hecho con la poesía es hacerla mortal.

V

Esa miga de fuego que se revela:
Ciencia del rayo, eso eres:
Página del cielo que abre el trueno y lo despierta:
Herida eres, y sabes a girasol,
manto de mantos es tu carne:
Exige el olvido,
doblada la cabeza
sobre el blanco de una biblioteca que sangra:
Diagonal estás incompleta:
Mas allá del lomo de la tarde
un segador te promete la sombra:
Su trigo es aire, y el aire tiempo,
y pasa acariciando los bordes de tu vestido de tafetán,
pero las que se arrugan son tus manos:

Ella, odisea del hombre:
Sangre que clara se invierte sobre la sombra
y gotea sobre la mano que escribe y tiembla.

VI

Tengo tanta sangre para derramar
que no sé dónde escribir el corte.

VII

Ya lo he molestado bastante lector, discúlpeme,
tengo que ir a mendigar tiempo.