Sobre las
cabezas grises ha pasado,
(como la lluvia entre sus cabellos,
borrando sin
querer la distancia por dolor)
el muro quieto
del que te hicieron nacer:
Allí van las
verdades a arrastrarse e implorar una oportunidad,
mas los que
lloran contra el muro las desvisten
y en la carne
las graban de recuerdos:
Toda esa
tristeza te ha parido.
Hay arena
quieta en los relojes,
la proximidad
de tu ausencia solo la dicta el tiempo,
que ha callado
todos los secretos:
Pero subes a lo
alto del muro, recién nacido,
y pretendes
salvar de las lágrimas a los consumados.