26.7.13

Donde muere la esperanza

Eres el inicio de todo.
Cada puerta que he abierto con la esperanza de verte al otro lado,
trillando el cereal, corroyendo el agua de lluvia, que cuando
Venus su sombra copulaba con Marte su sombra te ponía los ojos tristes.
Casi no perteneces a la tierra, cristal vivo, y, sin embargo, a ella te aferras,
para ser feliz con el diccionario y los velados césares,
y no arriesgarte a la incierta mácula de atormentados dioses.
Sabes que en tierra ocultan sus rostros naturales ángeles,
olvidados por las alas, por el viento renegados,
y que también escapan, en los gloriosos montes y hacia el esquivo albor,
las espadas y las orquídeas, pues temen al destino de los hombres,
quienes en orgías majestuosas aman lo efímero, y en señoriales banquetes
derrochan la sangre embriagadora de héroes y hechiceras;
el alba tronchada por el grito de la noche.
Pero tú, tú abres todas las brechas y las posibilidades,
con belleza de tempestad imperfecta, con dulzura de mar despojado,
y haces que se acerque el ojo de la hora última,
donde quedaré destrozado, pulverizado sobre túmulos santos,
sin esperanza, solo esperándote a ti, que todo lo consumes.

Eres el fin de todo.