27.7.13

Quebrado

Abandonado ya hasta por el odio de mis enemigos escurro/
entre las hormigas que se llevan el pan/ las manos
extrayendo de sus arterias hiel, carbón. Tristeza también.
Hundida la cabeza llorosa y sucia en el vientre de una salamandra
dejo al centinela del invierno robarse el fuego: mi fuego;
ira que amasé en noches espejadas de hoz y guasca,
lunas indomables que desangré con las uñas..

Ido todo, hasta la mano tropieza, indecisa.
¿Qué palabra pondré aquí para triturar las soledades?
¿Con qué palabra morderé la hoja?
¿Con qué palabra abriré mi grito?
De mis ojos la pena ha hecho una huerta:
Día tras día su olvido, lector, cultiva en ellos alguna que otra lágrima.