29.7.13

Pesa el poema

Había una historia nunca contada,
una historia con piel y carne y nervio y sangre.
Cabellos de trigo o cobre
le fundían el rostro.

Abrían los dedos para repasarla:
Tigre oculto o estrella voraz, echada sobre la respiración del día.
Nadie creía en su simpleza, ni siquiera yo.
Lo rojo y lo raudo se le descollaban en el cuerpo,
quebraba explanadas con las pestañas.
Un día, un día solo, quise explicarla:
Las efigies me comieron las manos.
 
El poema pesa, pesan tus ojos,
pesa la luz, el ojo, tu ojo de arrebato,
pesa, cristal exangüe,
pesa la lengua:
carne que me concentra la boca en señera mentira.