30.7.13

Reflexión vana

Tiempo ha pasado por los rostros de las jóvenes
que recortaban la vista al tejer el lino
y amaban, entre los cadáveres del cuero, a los colosos,
cuya sombra hacía del sexo una conquista absoluta.
Ha pasado dolor y arena; dientes careados, colmillos de ágata;
lo que tenía nombre fue olvidado para alimentar escorpiones.
Miel seca, triste, en los labios;
las abejas que te formaban la boca son ahora esclavas de la rosa:
solo ella les dicta sentencia y las perfuma con vinagre.
Atenea pasó su virginidad a los machos de arrabal;
Hércules delegó su arrojo a las reinas de rutas partidas.

Ha sido el tiempo, ha pasado:
La brújula nocturna que guiaba a los amantes en la noche
ahora miente, en los valles o los vastos deltas, a piratas de la carne:
chacales se comen las uñas soñando las venas del búfalo:
un ejército de frailes oculta a dios en las esclusas
(los capitanes no entienden porqué el agua solo baja y baja):
los huesos de los difuntos llueven sobre las estaciones de tren:
en la fiesta de los relojes petunias y camelias erigen una corona:
se la calza la locura: dice ser la única que no ha olvidado la belleza.

Tiempo que ha pasado, por los músculos y las raíces:
nosotros también hemos pasado con él,
pero decidimos sentarnos sobre nuestros nombres

y jugar de cuando en cuando con nuestra rutina.