5.8.13

Año que viene

Un nuevo año nos prorroga. Un nuevo círculo.
Como la tardanza del otoño en traer un leñame fresco, así llegan,
leones rampantes, los anillos de la sangre,
el aceite giratorio que de frutos de lentiscos
ya olvidados en viejas tierras.
Pero nosotros olvidamos con el cuerpo, y con él lo mismo recordamos.
Este perdón ya te lo he pedido. Este beso ya me lo has dado.
Esta espera ya la he esperado.
Como muertos que bajo el abrazo de la tierra aguardan
un mismo manojo de flores. ¿Qué muerto desearía
un vuelco magnoliáceo?
Procuramos entonces un nuevo laberinto,
al cual yo recorro con deseos de maharajá y tú de aracinta,
y al paso, que es hacia atrás en el avance, vamos circulando,
para que el fuego se coma su propia boca, para que el cielo
respire hacia arriba, para que la magnetita se expulse a sí misma,
y nosotros, en un carrusel de furia,
nos reventemos el llanto con oportunidades rotas 
causadas por los años que no han llegado todavía.